PIDO LA PALABRA

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PIDO LA PALABRA

Influyentismo es igual a mediocridad

¿Qué es lo que tiene la investidura de servidor público que provoca que muchos de sus poseedores pierdan el piso? ¡Nada, absolutamente nada!, pues es una actividad cuya finalidad es “SERVIR AL CIUDADANO”, entonces, no es la calidad de servidor público lo que ocasiona que la moralidad de algunos badulaques se vea relajada; más bien es su mediocridad y su apocada mentalidad lo que los hace sentir que son todopoderosos; sujetos menesterosos que jamás habían tenido la oportunidad de servir y por ello acaban por servirse del pueblo, pues desde el momento en que se suben a un ladrillo ya se están mareando.

En últimos tiempos el concepto de “servidor público” se ha convertido en una sombra de nuestra época; no se les ve como aliados en busca de objetivos sociales; al funcionario balín se le ve como sinónimo de corrupción; un sujeto prepotente que, en el momento de exigirle el cumplimiento de sus funciones, enseguida sale con el argumento de que es persecución política de los opositores al gobierno.

Servidores públicos que se hacen llamar “funcionarios” como para convencerse de que son poseedores de un poder que les otorga patente de corso; se sienten intocables por ese malinterpretado fuero constitucional que fue creado para que los Diputados y Senadores no sean reconvenidos por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y no para escudar sus tropelías tras una cortina de impunidad, tal y como ahora se sigue utilizando aunque algunos en su infinito cinismo hubiesen argumentado en sus campañas que dicho fuero ya se había eliminado gracias a su Partido; pues hoy resulta que todavía no, y el mismo sigue cobijando a la impunidad. Esa es también una forma de corrupción que, en palabras del positivismo político, actualmente ya no existe; el influyentismo y la mediocridad es un caldo de cultivo que pone en peligro al ciudadano.

Ese peligro se ha hecho patente en la prepotencia de fracasados que aprovechan el momento histórico para beneficiarse a través del ejercicio indebido del noble cargo que se les ha encomendado.

Influyentismo que se ha convertido, además de la delincuencia organizada, en un riesgo inminente para la sociedad. ¿Para donde debe voltear el ciudadano?, para un lado están las balas y para el otro está la prepotencia de funcionarios e incluso hasta de hijos de funcionarios.

Estamos fregados desde el momento en que los errores tratan de evadirse a través de justificaciones o de datos que solo existen en la cabeza de unos cuantos Servidores con disfraz de funcionarios, y los escasos éxitos, porque también los hay, se cacaraquean como si se hubiese logrado un triunfo jamás alcanzado en nuestra historia conocida y la inventada o reformada.

Para prever inconformidades, se fortalece el escudo, como para garantizar el tenerlo de mi lado, aunque en la práctica social, sigamos en la incertidumbre del qué pasará mañana. Ese escudo es la impunidad que protege al malo y deja desamparado al bueno. No se si algún día la historia alcance a esos funcionarios mediocres, pues no olvidemos que la historia es de quién la interpreta y manipula, pero de lo que sí estoy convencido, es de que como ciudadanos no podemos permitir que ese estado de cosas nos paralice, vamos adelante, pues tarde o temprano ese sujeto regresará a pedir nuevamente nuestro apoyo y será ese momento nuestra posibilidad de corregir nuestro pasado.

Servidor público, el ciudadano te necesita como apoyo, y si quieres que te consideren funcionario, pues entonces, funciona, sencillo verdad. Desde luego esta premisa no debe aplicar a aquellos que si desquitan lo que cobran, todo mi respeto para ellos y ojalá esa responsabilidad se convierta en regla y no en excepción.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.