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Los tejedores de odio…
En este proceso electoral los tejedores del odio están logrando su objetivo: dividir a la gente; dividir para vencer; dividir para seguir manipulando las buenas y hasta ingenuas conciencias; dividir para seguir disfrutando del poder, ese poder que corrompe, poder que envilece, poder que tiene a miles de personas enfrentadas en luchas fratricidas, haciéndoles creer que defienden ideas, sin darse cuenta que solo son carne de cañón para defender intereses mezquinos, defender sujetos que no tienen más valía que el que la misma gente le puede dar, a veces inconsciente, otras, correteando la chuleta, y otras más, por la triste realidad de nuestro México.
Buscando a los nuevos salvadores, tan fregados como nuestra esperanza que nunca muere y siempre espera; y en esta ocasión, como en las anteriores ocasiones, se quedará esperando, con un palmo de narices, y el despertar será doloroso, pues muchos de esos futuros salvadores en contienda no son garantía de la salvación esperada; al contrario, su estatura de miras los empequeñece, su historia es un insulto a las necesidades de los mexicanos; tejedores de odio, labradores de caminos de lodo en el que corremos el riesgo de atascarnos.
Se agazapan detrás de lo que ellos llaman democracia; pero si la democracia es enfrentar a la gente, esa democracia no sirve; la verdadera democracia tiene como finalidad el beneficio colectivo, no la confrontación colectiva; minuto a minuto se alimenta el odio; por donde volteamos vemos polarización, y México ya lleva muchos años de odio extremo como para seguir alimentándolo en aras de una obscurantista democracia definida a los intereses de quienes la enarbolan.
Candidatos ocultando su resentimiento, su rabia oscurantista, bajo una máscara amorosa que al menos el que esto escribe, no les creo; percibo el engaño, la frustración sigue latente y la intolerancia sigue cultivándose; y en ese proceso, los hermanos emprenden contra hermanos en una lucha que ha bajado al seno familiar; felices los de arriba, enfrentados los de abajo para felicidad de los buscadores del tesoro; tiran la piedra y esconden la mano escudándose en “el pueblo decide”.
Guerra sucia en donde la propuesta brilla por su ausencia; guerra sucia que solo me motiva a mandar al demonio a los vendedores de sueños, de hecho, ya lo he intentado, pero mi conciencia me dicta que, por salud mental, debo seguir machacando en la expresión de mis pensamientos, que se los lleva el viento, pero lo escrito se queda;
Candidatos monotemáticos que hoy día solo saben hablar en tono agresivo, spots de seudo propuesta siempre seguido de otro spot de ataque; en todos los medios, en todos los tonos; sin darse cuenta que el enfrentamiento no es de ideas, es de personas, la mugre ensucia más a quien la vierte; pero esa mugre también alcanza a los electores, pues el objetivo no se queda en los candidatos, baja a las bases y pudre conciencias.
Los mexicanos no nos merecemos este tipo de campañas; millones de spots, millones de pesos que bien podrían traducirse en aulas; muchos millones de pesos que podrían ser utilizados en llevar agua a ese campo, hoy muerto por la sequía; millones de pesos tirados en diarreas mentales de gente desmedida en ambición.
Una semana para que este martirio de las campañas de odio se acabe, y muchos meses más para vociferar el fraude; la guerra sucia dista mucho de terminarse el 6 de junio, es más, creo que se acentuará y los riesgos crecerán, mientras no haya una auténtica lucha para construir y no para destruir como pareciese es el signo de esta época.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.