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PIDO LA PALABRA

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Atrapados…

Este podría ser el tema de una película en donde los actores principales se verían en una encrucijada que los llevaría a situaciones de dramatismo extremo que los obligaría a derramar lágrimas de cocodrilo, y que serviría para mantener a los espectadores en el filo de la butaca durante la proyección, pero no, no se trata de una serie de ficción, sino de un caso de la vida real en donde los protagonistas son los mundialmente contradictorios políticos.

Y es que eso es lo que actualmente está sucediendo dentro de las filas de todos los partidos políticos; necesitan sacudirse con carácter de urgente de todo aquello que provoca que la población se aleje de las urnas por convicción y solo se acerque por los intereses personales que ello le puede proporcionar; sacudirse las prácticas antidemocráticas en sus procesos de selección interna de candidatos; sacudirse esas viejas estrategias de la confrontación, la mentira y el chantaje y cuya práctica está a muchos años luz de los valores y principios que la sociedad exige; ya lo vimos esta semana con los cochupos legislativos para ganar la presidencia de la Cámara de Diputados en San Lázaro.

Los partidos políticos están atrapados, y lo peor, en sus propias redes; están atrapados en sus incongruencias, están atrapados en sus mesianismos, están atrapados en su carencia de talento para definir una nueva postura que los lleve a ser auténticos protagonistas de las causas sociales; su causa actual es el poder por el poder mismo. 

Definitivamente, hoy día los partidos políticos están atrapados en la demagogia de su discurso, pues ya a nadie convence la vieja oratoria de que sus acciones son para resolver los grandes problemas nacionales.

¿Cómo van a resolver esos grandes problemas nacionales cuando no pueden resolver ni siquiera sus diferencias internas? Ya sé, todos dirán que “¿cuáles diferencias?”, que “son situaciones normales en un partido democrático”, que “se privilegia la pluralidad en el pensamiento” que… explicaciones de todos los colores y sabores, pero al final, no pueden ocultar lo inocultable: los partidos políticos empiezan a desvanecerse en el horizonte político como el medio democrático para acceder al poder que beneficie al colectivo y no solo a un individuo; en conclusión, están atrapados en sus propias incongruencias y contradicciones.

Cuando algún partido político gana, dirá que fue en una elección justa, pero cuando ese mismo pierde, lo primero que se le viene a la cabeza a sus dirigentes es impugnar, chillando y gimiendo que su derrota fue producto de un fraude electoral, y entonces lo que no pudieron ganar en la cancha, lo quieren arrebatar en la mesa, pasándose por las narices las decisiones de los electores.

Y mientras las dirigencias se pelean las posiciones políticas, la ciudadanía sufriendo las consecuencias de los desatinos en las decisiones, por ejemplo: falta de medicamentos para atender a los enfermos de cáncer, un “hoy no circula” que ha provocado un mayor hacinamiento en el transporte público, aunque se diga que existen puntos de control, en los hechos sabemos que no es así. Con este par de botones basta y sobra para darnos cuenta que los Partidos Políticos no han volteado hacia quienes determinarán el futuro de sus porcentajes electorales.

Ya verán la desbandada que habrá en contra de aquellos que en campaña prometieron eliminar los parquímetros y nunca movieron un dedo hacia ese sentido; el mensaje es que no prometas para ganar adeptos, estos te cobrarán muy cara la factura.

Por ello, ya que nuestros políticos están atrapados en sus propios intereses, ¿Por qué no los liberamos? ¿Por qué no aprovechamos esta oportunidad para mandar a descansar a su casita a aquellos que no nos cumplieron y ya los dejamos ahí para siempre?; la política es un privilegio y una obligación; el privilegio de servir a los demás, y la obligación de no traicionar la palabra.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.