Pesimismo en los mercados se impone al optimismo del gobierno

NÚMEROS CLAROS

Durante 2014 vimos un derroche desmedido de optimismo del gobierno federal por las reformas aprobadas, los millones de dólares que entrarían al país, los millones de empleos que se crearían y las altas tasas de crecimiento que se podrían lograr. Hoy  poco a poco la realidad se ha ido imponiendo a ese optimismo desbordado y los mercados son más pesimistas sobre el futuro, pese al discurso triunfalista del Ejecutivo Federal. Me pregunto si ¿no habría sido más fácil y exitoso gobernar sobre la realidad del país y lo adverso del entorno internacional?.

 

Seguramente sí, y sobre todo, tener el respaldo de la mayoría de los ciudadanos por los esfuerzos realizados. El pesimismo es tal hoy, que los analistas privados consultados por el Banco de México sobre los pronósticos de crecimiento de la economía para 2015, consideran que el Producto Interno Bruto (PIB) sólo podría crecer en 3.08%, menos que las proyecciones iniciales del 3.29%, según la encuesta publicada este lunes. Ellos también consideran que la paridad del peso respecto al dólar podría llegar a promediar 14.54 pesos por dólar.

 

A la vez, indicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha informado que la confianza de los empresarios de las industrias manufacturera y de la construcción, así como del comercio, ha retrocedido 0.83 puntos en febrero pasado, respecto a enero,llevando su nivel de confianza a su menor nivel en 5 años, desde marzo de 2010, de acuerdo a los resultados de la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial (EMOE).

 

Por otro lado, y quizá este es el mejor termómetro de los mercados, se ha informado que la cartera vencida de los usuarios de préstamos otorgados por la banca comercial para la compra de vivienda, ha llegado a su nivel más elevado en once años, al situarse en enero de este año en 18 mil 44.8 millones de pesos, cifra calificada como la más alta desde octubre de 2003, cuando llegó a 17 mil 450.6 millones de pesos. Sin duda alguna, esto expresa realmente los problemas de perdida de empleo y reducción de ingresos de millones de hogares mexicanos, frente a las elevadas tasas de interés cobradas por los intermediarios financieros, los cuales acceden al refinanciamiento del Banco de México a tasas del 3%.

 

Este pesimismo en los mercados ha tratado de ser atenuado con la noticia de que México es el mayor productor de autos de Latinoamérica, pues según la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA) México es ya el séptimo productor mundial de vehículos y número uno en del subcontinente, ya situado delante de Brasil y Argentina, al producir 3.3 millones de autos en 2014, 10.2% más que en 2013, más que los 3.1 millones de autos cariocas. A la vez, para afianzar este liderazgo, Volkswagen anunciará la próxima semana inversiones por 1,000 millones de dólares en su planta de Puebla, para la fabricación del todoterreno compacto Tiguan.

 

Lo lamentable de esta mezcla de pesimismo y orgullo nacional por ser el primer productor latinoamericano de automóviles, aún cuando Argentina y Brasil no sólo producen autos sino aviones de combate que venden en el mundo y México está distante de hacerlo, es que la debilidad de la economía mexicana sigue mostrando sus verdaderas fortalezas; no sólo por los nuevos pronósticos del sector privado sobre el crecimiento del PIB, sino porque este jueves el dólar siguió montando frente al peso y se vendió en 15.55 pesos, su precio más alto desde marzo de 2009.

 

Aunque las razones pueden ser muchas para justificar esa caída permanente del peso, que debería venderse desde hace meses en más de 16.50 pesos por dólar, si consideramos que la moneda nacional terminó 2014 con una sobrevaluación de más del 24%, en promedio anual, la realidad es que la incertidumbre sobre la inseguridad en el país, las desconfianza de los inversionistas y los propios problemas estructurales de la economía, imposibles de ser corregidos con las reformas que sólo han abierto completamente la economía al mercado, siguen mostrando una economía débil que no puede absorber los millones de mexicanos desempleados, que siguen alimentando la economía informal, la emigración hacia los Estados Unidos y al crimen organizado.

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