Virgen de Guadalupe
• Cuando la noche está por caer, el espíritu de los feligreses se llena de devoción
En la Basílica Menor de Nuestra Señora de Guadalupe, conocida localmente como “La Villita” aún no hay luz de día y el frío “cala hasta los huesos”, sin embargo, la iglesia comienza a llenarse y con la presencia de los feligreses comienza a sentirse el calor que sólo aflora cuando hay fe en el corazón; conforme el sol sale el recinto comienza a llenarse, ya que albergará en pocas horas el festejo del 12 de diciembre para celebrar a la “Madre” de todos los mexicanos.
Con la llegada de peregrinaciones integradas por grandes y chicos provenientes de diversos puntos de Pachuca, “La Villita” va albergando en el transcurso del 11 de diciembre a una gran cantidad de gente que se da cita para mostrar su devoción por la Virgen del Tepeyac, y es así que rodeados de música con letras alusivas a la fecha, la gente comienza a cantar cada vez más alto.
Frente a un hecho histórico ocurrido hace 488 años, se conmemoran las apariciones de la Virgen a San Juan Diego. Es por el pasar de miles de fieles, que nos percatamos de que la tradición de festejar el Día de la Virgen de Guadalupe formará parte de las costumbres de los mexicanos por siempre.
A su llegada a La Villita, los feligreses se hacen presentes, reluciendo coronas de flores de diversos tamaños y colores que develan el auténtico cariño y espíritu guadalupano lleno de fe que sólo nosotros como mexicanos, hemos podemos exponer desde hace cientos de años en honor a María.
Así mismo, al pasar el tiempo, el templo se llena cada vez más, esta vez con peregrinos que al acercarse al altar de la parroquia, son iluminados por la luz de veladoras que rodean y enaltecen la imagen de la madre de Cristo.
Ante un atardecer por ocultarse y con el frío del anochecer por venir, el espíritu de los feligreses crece e inunda el recinto cada vez más, para convertir al lugar en un templo sagrado que estará lleno de devoción.