RELATOS DE VIDA

Era un momento que esperó durante bastante tiempo, con la contradicción de que no quería que llegara porque significaba que su pequeña ya no lo sería más, porque a partir de ahí el tiempo se iría más rápido.

Fueron meses, días y horas de preparativos, cada uno con muchos significados, sentimientos y emociones, su anhelo era que todo saliera perfecto, y que su niña lo disfrutara al máximo.

Algunas veces el estrés y preocupación iban acompañados de alegrías, aunque principalmente la nostalgia reinaba en cada instante, aquella en la que los recuerdos de cuando llegó su primer ángel le erizaban la piel de emoción. 

La voz quebrada y por consiguiente, las lágrimas, fueron una constante, mismas que se convertían en un impulso por apaciguar el cansancio y el miedo de una falla, para que el momento esperado fuera maravilloso e inolvidable.

El día llegó, por la mañana ya sin temor, solo nerviosismo, puso ‘reproducir’ a las mañanitas, seguido de un abrazo y el deseo de una vida llena de felicidad, sueños cumplidos y enseñanzas.

Salió al jardín a llorar y sacudir los nervios, a partir de ahí el tiempo transcurrió con gran rapidez que apenas se detuvo para disfrutar algunos de los instantes marcados en el programa.

Muchas de las cosas que pasaron en el evento las supo por comentarios, pero estaba satisfecha porque la sonrisa de felicidad de su pequeña fue un faro de luz que permanecerá por el tiempo que le quede de vida.

Ahora su única petición es equivocarse respecto al tiempo, y que éste transcurra lentamente, sobre todo que esos instantes pueda aprovecharlos y disfrutarlos con su ahora, pequeña mujercita.