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Peligros de la Red

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Peligros de la Red

RELATOS DE VIDA

I

Estaba próximo el 14 de febrero, y la efervescencia del consumismo se apoderó de su raciocinio, su propósito era regalar algo innovador y completamente al gusto de su persona especial, lo más fácil fue buscar en internet; se adentró en el mundo digital y encontró exactamente lo que buscaba. Estableció contacto con el vendedor, conoció la dinámica del intercambio, cumplió con la parte de pagar y comprobar la transacción, ahora faltaba el cumplimiento de la segunda parte, y a dos años de la compra-venta, sigue esperando.

II

Decidió tomar unos minutos para divagar entre las redes sociales, era su espacio de diversión para renovar energía y seguir con el trabajo pendiente. Su pulgar estuvo deslizando hacia arriba en repetidas ocasiones, hasta que se detuvo para conocer sobre un curso de “youtuber” para niños, estaba emocionada pensando en lo feliz que se pondría su hijo con la sorpresa. Entró al perfil de la empresa, solicitó informes y realizó la transferencia; solamente faltaban tres días para el taller infantil. Un día antes recibió el aviso de que sería reagendado por falta de participantes; un mes después, informaron que seguían sin fecha pero pronto sería notificada; 20 días después, nerviosa de no tener noticias, pidió una explicación o la devolución de su dinero; el perfil de la empresa muestra estar en línea, pero simplemente la dejaron en visto.

III

Hace dos meses, por curiosidad, descargó una aplicación de citas, redactó un perfil muy escueto, casi vacío en información, tan solo su nombre y una foto porque le daba miedo brindar detalles. Ingresaba una vez a la semana tan solo para ver fotografías, no se atrevía a iniciar una conversación. Cierto día le llegó una notificación, querían hacer contacto con ella, abrió la aplicación, le echó un vistazo al perfil y una vez convencida, respondió. Ese fue el inicio de las conversaciones diarias. Después de 15 días de charlas digitales, convinieron encontrarse. Estaba nerviosa, se sentía muy identificada, pero aún consideraba que era necesario más tiempo para conocerse. Llegó al lugar acordado, pidió un vaso de agua y esperó al susodicho. 10 minutos después un varón se acercó a su mesa, ella leía con la mirada baja, levantó lentamente la cabeza con la emoción de conocer a esa persona, y al descubrirla el miedo erizó cada vello de la piel. Era su ex pareja, aquella por la que tuvo que huir de la Ciudad de México, esa persona que casi la mataba, ese macho que al verla después de dos años solo dijo “te encontré”, para después esbozar una sonrisa malévola. El hombre entró en cada aplicación de citas con perfiles falsos, para dar con el paradero de su víctima.