
Escamas
Ofidio
Primero la mirada lo dijo todo; la forma en que una mujer se moja los labios y comienza a jugar con sus dedos el bucle rubio tintado, señaló el caminó hacia el resto; fueron varias “miraditas” antes de que se atreviera a levantarse y venir hacia mí.
Que si venía solito, que a quién esperaba, que si esto, que si lo otro, cuando menos lo esperé ya estaba sentada frente a mí y parecía que no se iba a levantar por largo rato, o al menos hasta que el flujo de las cervezas la hiciera ir al baño.
Que estaba muy guapo, que le había gustado mi bigote, que siempre había esperado a un hombre así, que estaba dispuesta a todo, que si me tomaba una chela, que ella quería pagar, que no la dejé, que seguimos bebiendo, y terminamos en el motel, ahí me desnudó; y cuando desperté estaba encuerado, solo, sin cartera ni pertenencias y sin carro, no cabe duda que ésta sabía trepar…
Quelonio
Siempre es así de atolondrado el muchacho, siempre ha sido así, cuando lo mandaba a la tienda por azúcar me traía sal; y así con muchas cosas, por más que le decía “¡Escúchame hijo, pon atención!”, siempre era lo mismo; cuando no se le olvidaba el cambio, se le olvidaban las cosas.
Una vez pidió el mandado, pagó y llegó sin nada, cuando le dije “Ya te tardaste, ¿pues dónde estabas Nacho?”, se me quedó viendo, miré la bolsa “¿Dónde están las cosas que te encargué?”, me miró y se salió corriendo, que se le habían olvidado en la tienda, siempre fue así, un poco tardado para todo, por eso ahora que le dieron su medalla por el campeonato de matemáticas, yo ni lo creía…
Lepidóptero
“Que la veía de hermosos colores, que brillaba con el sol de sus palabras”, decía el Miguel. Hasta en poeta se había convertido el cabrón, todos los muchachos de la colonia esperaban que el jovencito les escribiera algunos versos para llevarlos a todas las mujeres engatusadas por los patanes de la localidad.
El Miguel escribía bonito pero no sabía hablar, tartamudeaba la mayor parte de las veces, no podía acercarse a una mujer porqué enseguidita comenzaba la temblorina de las piernas, y ni se diga de los sustos, era muy nervioso por eso le apodaron La Polilla.
No tenía gran gracia, estaba prietito y tenía los ojos sumidos, chatito de nariz, pero sabía escribir muy bien, hacía llorar a su familia cada vez que escribía un discurso aunque fuera leído por alguien más, siempre fue muy tímido y por eso digo que la computadora y eso del internet fueron los que no permitieron que el Migue se quedara soltero. ¡Hasta va a ser papá!
Y cómo siempre, todos se preguntan cómo fue que La Polilla se va a matrimoniar con tremenda mariposa, porque la Susana está muy guapa, muchos de los de aquí quisieran tener una mujer como ella…