
Cuatro cortos
I
Al abrir los ojos se dio cuenta de que su cuerpo seguía dormido, pero ella desde allá arriba podía verse: acostada, inmóvil y con la paz que da el sueño profundo.
II
Bajó apresuradamente del taxi, le dijo al chófer que no desconfiara, que enseguida salía con el dinero para pagar el viaje. El taxista no desconfiaría de una enfermera, pero luego de 20 minutos se vio en la necesidad de tocar la puerta, esa noche supo que había transportado a un fantasma. Por supuesto, nadie pagó la cuenta.
III
Con las prisas y haciéndose encima, llegó al baño, cerró la puerta mientras se bajaba el pantalón, el viaje era largo y el baño de esa gasolinera se había convertido en un alivio. De pronto bajo la puerta pudo mirar los pies descalzos de un niño, y enseguida sus manos pegadas a la puerta traslúcida. No es común que en plena madrugada eso ocurra en un baño público. Pero ahí es un niño el que espanta.
IV
No es raro que dos personas caminen a la par en una noche que bien pudo ser de fiesta, lo raro es que a las doce horas de la noche se desvanezcan mientras tú sigues corriendo en el andador como queriéndote convencer de que el insomnio que buscabas combatir pronto se irá.