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PEDAZOS DE VIDA

Como en la leyenda china

“Somos de mundos diferentes, pero yo te amo, y no me importa perder miles de años de mi vida, porque al final de cuentas, cuando supe de tu existencia comencé a sentir esto que no sabía que existía”, de esta forma el demonio que era una gigantesca serpiente blanca convertida en mujer, se despedía de su energía vital, sólo para estar unos momentos más con el hombre del que se había enamorado, allá en la legendaria China.

 

Si hubiera podido, ella hubiera renunciado a ser un demonio, para vivir efímeramente feliz con el hombre que hechizado por ella, se había enamorado y se había casado con una serpiente blanca, sin saberlo, sin conocerla pero perdidamente dispuesto a los pies de su señora.

 

El problema no es que fueran felices o no, el problema es que como en todas las historias, la felicidad sólo se encuentra en una parte de la historia, previo al suspenso y al nudo que se genera cuando algo está por suceder. Y esta ocasión la felicidad aunque en la historia fue un tanto larga, tuvo que llegar al momento en que ella bebió el vino de realgar, mismo que en la antigua tradición china  servía para contrarrestar veneno de serpientes, vino que se convirtió en veneno mismo para la serpiente que moraba dentro del cuerpo de la mujer.

 

El desdichado hombre no puede creer que su esposa fuera una serpiente convertida en mujer, y tras romperse el hechizo, ni siquiera recuerda que estuviera casado,  pero el amor tan profundo que le profesa esa serpiente blanca, le hace recordar que es la mujer que ama, sin embargo ya es tarde, el demonio acaba de ser apresado, y solo ante la compasión del mismo Buda, logran reunirse por última vez, antes de que ella quede prisionera dentro de una torre sin salida.

 

En el desenlace de la historia, se da cuenta de que el monje budista que logró atraparla en dicha torre, siempre había tenido razón, ellos eran de mundos diferentes, ellos no podrían estar juntos en esta vida. Porque aunque muchos digan que no existen barreras, muros ni distancias para dos enamorados, en esta leyenda bastó una torre, un monje, y el despertar de un hombre hechizado para acabar con esta tragedia de amor, como suelen ser las leyendas de la antigua china.

 

Finalmente todos en algún momento hemos sido esas serpientes blancas, que concluyen con el hechizo una vez que beben el vino de realgar, que se muestran tal cual, y pocas, muy pocas logran escapar de esa torre de repulsión y desdén que logran generar en sus respectivas parejas, al final de cuentas las serpientes que se muestran con apariencia humana, no dejan de ser serpientes, aunque también hay a quienes les gustan estos reptiles.