
El Dios del agua
Este es un ídolo de barro, de los que adoraron “los de antes”. Este me lo trajo mi hijo Melesio. Dice que cuando estaba preparando el campo donde estaba la laguna que se había secado, metió el azadón y de pronto, dio con algo macizo, y lueguito se imaginó que había algo. Esta partecita de aquí fue donde le pegó y le rompió un poquito de la cabecita, pero casi no se nota; mire, aquí es donde dio el golpe.
En ese entonces, habían encontrado algunas cosas, pero estaban muy mojadas y no aguantaban el viaje y se partían en el camino. Llegaban los hombres con pedazos de barro nada más, pero el ídolo llegó como si nada. Está bien duro, le dimos una cepillada y no querían que lo lavara, pero lo metí en agua y toda la tierra se le cayó; ahí fue cuando vimos bien su carita.
El Adolfito en ese tiempo (bueno, era el único que había estudiado aquí en el pueblo), llegó y dijo que el ídolo era un Dios del agua. Entonces el chisme se regó lueguito, y desde entonces le empezaron a decir “el niño del agua”. Lo habíamos puesto afuera, ahí donde está la cuevita, esa que se ve a la falda del cerro; pero fue cuando se vino la inundación. Ese día llovió mucho, y la gente estaba contenta y le trajeron flores y quemaron copales, y toda la cosa; pero luego vieron que el agua no paraba y nos llegó el chisme que el Fidencio quería venir a romper la figura.
Esa vez, apenas supe, fui y me la traje a la casa; y no me va a creer, yo fui a eso de las 5 de la tarde, después de dar de comer, y a las siete dejó de llover. La inundación se llevó muchos cultivos que estaban dentro de la laguna; pero, para qué sembraron ahí, si sabían que cuando lloviera se iba a inundar. Y para no hacer el cuento largo, ¡ah, no! pérese tantito, pues luego, como no vieron la figura, pensaron que por eso había dejado de llover, porque seguro ya lo habían destruido…
Luego ya se supo que lo teníamos aquí en la casa, pero para evitar problemas, sólo lo sacamos en tiempos de lluvias, y cuando se acaba el tiempo de lluvia lo regresamos para acá, no vaya ser la de malas. Porque si es Dios y es del agua, es mejor tenerle respeto, porque no vaya siendo que un día de estos nos inunde de más.