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PEDAZOS DE VIDA

PEDAZOS DE VIDA

Solo sin tenerte puedo tenerte… 

La gran paradoja de  mi vida ha sido el poder tenerte sin tenerte, entre menos te tengo más me resulta necesaria tu presencia. Aquí en esta cama se revuelven entre las sábanas las canciones que se convierten en nuestros cuerpos y es así, con canciones, que en cada momento se va tejiendo una vida en la que la única posibilidad es el silencio.

“Todavía no pregunté –¿te quedarás?- temo tanto una respuesta de un jamás”, esas letras se convierten en serpientes y surge un romanticismo de aquellos que solo pueden sobrevivir en: lo clandestino, los secretos a voces y los rumores.

“Cuánto daría por gritarles nuestro amor, decirles que al cerrar la puerta nos amamos sin control…”, así el sentimiento que llega y no se va; el deseo de tenerte sabiendo que no te tengo y que por no tenerte es que te tengo; porque estoy seguro de que si alguna vez yo te tuviera, así como ha sucedido antes, te perdería de inmediato.

No es el dinero ni la clase social lo que nos separa, sino la distancia que genera el habernos conocido a destiempo, lejos de una vida que pudo ser juntos y terminado en tragedia, no es un amor prohibido de aquellos que “murmuran por las calles, porque somos de distintas sociedades”, sino que a veces “los amores prohibidos son más intentos que los permitidos”.

Y no me atrevo a ponerte mis canciones, no me atrevo a escribir los mejores versos. Ya tú sabes cuál fue aquella letra que escuchamos en medio de los besos, tú sabrás la poesía que emanó de nuestros cuerpos, estamos en un laberinto y ambos conocemos la única salida, seguiremos perdidos, esperando que ni tú ni yo salgamos de aquí, porqué a diferencia de lo que se cree, el Minotauro está afuera y no adentro.