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PEDAZOS DE VIDA

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PEDAZOS DE VIDA

Carretilla

El Polo no era así, pero el “crico” le ganó, con la mariguana estaba mejor; es más, ni borracho se puso así, nunca le había levantado la mano a doña Bernardita, y mira ahora nada más. Ahí va el Felipe con la carretilla cargando a su madre, y todo por la droga, esas cosas son malas, ponen a la gente loca…

La vacunación contra el virus había comenzado en el pueblo, pero doña Bernardita no había podido ir en su silla de ruedas porque el Polo se la robó cuando estaba dormida. El muchacho cabrón se llevó la silla y la vendió para comprar la droga, dicen que es adicto al cristal, pero sabrá Dios qué cosas se mete, yo lo he visto hasta con una “mona” en la mano, así que no me extraña que le entre a cualquier otra cosa.  

El Polo estaba robusto, era un hombrezote, y de qué forma fue a perder con la droga que parece indefensa. Quién sabe qué tantos placeres, alucinaciones, dolores y molestias le ha dado el destruir, lentamente, su cuerpo. Y ahora anda todo graniento, con los dientes podridos que no tardar en caérsele, quién iba decir que el futuro de una mente chingona iba terminar transformarse en el rodar por la vida de una piltrafa humana.

A mí me dio mucha tristeza ver llegar a doña Bernardita sentada en la carretilla y al Felipe cargando con su madre, todo porque el Polo vendió la silla de ruedas, hace unos meses. Ya vacunaron a doña Bernardita, ya se va en su carretilla, con los ojos sumidos por el hijo que le acaban de arrancar, así de incomprensible resulta el amor de una madre.

Ya son tres meses que el Polo está en la cárcel, pronto será un año y si tiene suerte en cinco más podrá volver a las calles. Y pensar que quizá pudo haber matado a su propia madre; que el crico lo sacó de su vida, lo perdió en el camino y las demás drogas lo empujaron a la alucinación que le hizo matar al panadero que con su carrito pasaba a ofrecer el pan cada tarde en la colonia. El Polo se perdió y dudo que se vuelva a encontrar.