PEDAZOS DE VIDA

PEDAZOS DE VIDA

El claxon no se toca 

La radio habla de los recientes muertos, se ha hecho costumbre saber que mientras unos mueren allá, donde decíamos que era lejos, ahora también mueren otros aquí, ¿quién iba decir que con el tiempo íbamos a distinguir muy bien el sonido de los cohetes y el de las balas? Y que, al final, se nos iba a hacer costumbre ver cómo se matan entre bandas. 

A lo que no nos hemos acostumbrado es al dolor ajeno, a la muerte de inocentes que reciben el plomo sin deberla ni temerla, ellos sólo estaban ahí comprando un helado, caminando hacia el trabajo, comiendo en el mismo lugar en el que los buscados estaban, a veces los malos se salvan y ellos, tan inocentes, se quedan tirados en el piso, mientras su sangre se derrama y su alma se va. 

El de la semana pasada estaba en un semáforo que cambió de luz roja a verde, el chofer que estaba atrás de la camioneta le sonó el claxon, ni siquiera fue una mentada, sólo le avisó que tenía que avanzar y el chofer de la camioneta se bajó, le disparó y lo mató, así sin decir agua va, y el pobre hombre que tenía a su madre en el hospital se quedó sin visitarla y sin volverla a ver. 

Aquí el claxon no se toca, es mejor seguir así, aquí es una tierra sin ley, y aunque se diga que aquí vive el más fuerte y que el débil agacha la cabeza, es mentira, los fuertes dicen que viven pero en verdad se mueren, el tiempo se encarga de poner a cada quien en su lugar, los débiles vivimos sin tocar el claxon, esperando la oportunidad de ver cómo el que pisa nuestra cabeza, cae tumbado en el suelo, aquí ya no queda más que esperar que se maten entre ellos. 

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