
Mala
Mala nació entre las espinas de los nopales y las puntas de los magueyes, allá en medio del campo en plena noche en que su madre había salido a encontrarse con el marido que se suponía tenía que regresar briago a media noche. No fue así, a mitad de tramo, sintió el dolor que se agudizó por la muina de pensar que el Melitón ya se había gastado los centavos en pulque, porque cuando el papá de Mala se ponía de invitador, había pulque para todos y todas.
Aquella noche en que Mala nació, Melitón moría desangrado por la navaja de un tal Chucho, quien momentos antes había brindado con el pulque del difunto. Nadie supo porque fue el pleito, y los amigos que bebían de la invitación se convirtieron en meros espectadores de la muerte del que gustoso se gastaba su raya en invitar pulque para todos. El Chucho ese jamás se volvió a ver, dicen que era de la ranchería, allá en San Simón, pero allá nadie sabía dar seña de él.
Nunca supo su nombre, ella comenzó a vivir entre el frío del nuevo amanecer y el cuerpo inerte de su madre, antes no se la comieron los coyotes. Y desde entonces fue Mala, la que el pueblo miraba con ese desdén como si hubiera hecho algo, como si ella hubiera sido la causa de su propio infortunio, como si ella hiciera daño.
A los 13 años la echaron a la calle, la Martina que tanto la maltrataba la corrió de la casa, no aguantaba que la Mala fuera mejor que su propia hija. Aquella vez Mala estaba muy enojada y le deseó la muerte a Martina mientras la sacaba de las greñas “ojalá te mueras”, fue lo que le dijo, y para sorpresa de todos Martina se murió ahogada con hueso en el pescuezo a la hora de comer.
Los mitos nacen así, tantito verdad, tantito que le agrega cada quién. Y Mala creció entre el temor del pueblo que se dividía entre los que la señalaban y los que ni se atrevían a cruzar la mirada con ella… cuando la conocí ella tenía 20 años y tenía un jacalito donde atendía con su don a las personas enfermas, a pesar de hacer el bien, nunca se quitó ese nombre, siempre fue Mala, hasta donde yo la conocí así era, quién sabe hoy.