Mamá Pily
Cuando falleció la abuela, todo fue un relajo. Las tías andaban de un lado para otro, llorando y preparando todo para el funeral, nunca fueron muy atentas, siempre tenían algún detalle que descuidaban y que provocaban el regaño de la abuela, ya de grandes la abuela fue más buena, pero cuando eran niñas les hizo ver su suerte y ni así lograron convertirse en las mujercitas que mamá Pily hubiera querido.
Después de muerta, mamá Pily se quedó mucho rato en la casa, decían que ya la oían que venía, que escuchaban que les hablaba, que cuando llegaba un invitado lo tiraba de la silla… Así fueron los primeros meses, hasta que la tía la vio en sus sueños y le dijo que quería unas misas porque allá donde estaba no podía descansar, que la hacían caminar todo el tiempo y que necesitaban rezar para que ella estuviera bien.
Luego de las cuatro misas que le hicieron en los domingos de todo un mes, la abuela se había ido, mamá Pily ya no estaba con nosotros, pero de esa tranquilidad fueron como tres meses nada más, pronto llegó el Día de Muertos, y el dos de noviembre mis tías quitaron la ofrenda al medio día…
“Déjame mi calabaza, ¿A dónde llevas mi mole? , ¡Qué todavía no se quita la mesa! ¡Tonta! ¡Estás toda estúpida! ¿Qué vas hacer con eso si no hemos comido? Ni para poner la mesa eres buena, ¡Inútil!”… Dice la otra tía que vio a mamá Pily en su sueño, que la regañó y la molió a palos por haberle quitado la ofrenda antes y por no haberle prendido sus veladoras a los compadritos que fueron sus padrinos de bautizo.
La tía anduvo varios días sin poderse mover, tenía moretones en todo el cuerpo, la familia no creyó la historia pero al ver que su cuerpo parecía el de Cristo, algunos se iban convenciendo, seguramente mamá Pily había sido. Ella tenía un carácter fuerte: una vez por no lavar bien una cazuela, le dio de palazos con la cuchara del mole a la espalda de mi tía, y la hizo que lavara bien la cazuela porque “sucia no la iba a poner en su lugar”, así era la abuela, así fue siempre, una señora dura hasta con ella misma.
Y aunque la quisiéramos olvidar, no podemos. Una persona así no se olvida, así que al no poder utilizar el poder de la amnesia, es mejor tratarla bien, en cuerpo o en alma, y tener en cuenta que el 31 llegan las almas sin bautizo, el primero comen los chicos y el dos comen los grandes, nunca se quita la ofrenda antes del medio día del tres de noviembre, a menos que quieras ver de nuevo el rostro de mamá Pily y sentir los madrazos que te acomoda por no respetar la fecha. En esos tres días se pone todo en la mesa y una vez puesto nadie lo quita, la abuela viene, mamá Pily está ahí y toda la familia lo sabe…