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PEDAZOS DE VIDA

El museo de las caretas 

-Por aquí pueden ver este tipo de careta que se utilizó durante una pandemia de coronavirus, en comparación con esta otra que es su antecesora y sirvió para protegerse de la peste negra… 

Después de decir eso, el encorvado hombre se apresuró a su sala favorita, en dónde le gustaba explicar cada una de las máscaras que estaban en esa exposición, las de las tribus africanas, caretas fabricadas  de distintos materiales. Ahí pasaba el tiempo contemplando la cerámica, los colores de la madera, los huesos utilizados para darle vida a esos rostros que cobraban vida en los rituales. 

Había máscaras de todas partes del mundo: estaban las de la ópera de China, las del teatro Tailandés, los antifaces de Venecia, los mascarones de las culturas precolombinas, las del teatro griego, había máscaras hechas de fibras de árboles y otras de papel o tela, había máscaras de luchador y algunas que sirvieron para dar vida a personajes en las películas de antes. 

Don Chuy disfrutaba mucho cada recorrido que daba por el lugar, hablando sobre las máscaras, mostrándole a “su mundo” lo que cada sala representaba, la finalidad que tenían esos objetos, tratando de maravillar con la reflexión sobre la necesidad que siempre ha tenido el hombre de esconderse detrás de otra cara, de dar vida “afuera” a personajes que quizá siempre habitaron en el interior. 

Al final como cada mañana, se quitó la máscara de guía y agarró el disfraz completo de vigilante, su turno como velador había terminado y una vez más, había pasado una noche contemplando y explicando para nadie, el conocimiento que los turistas a veces se negaban a escuchar en voz de los propios guías.