PEDAZOS DE VIDA

Cuando la oveja quiere comer lobo

En mis tiempos. Aquellos tiempos que no volverán y que no estaban contaminados por las computadoras, el internet, las redes sociales, los celulares y demás aparatejos de hoy, teníamos que explotar al máximo nuestra imaginación para entretenernos: entonces,  lográbamos convertir el lodo en pasteles, los terrenos baldíos en grandes estadios de fútbol, y las semillas de la higuerilla en proyectiles que  se impactaban contra el enemigo.

 

En aquellos tiempos, se tenía admiración y respeto por tres figuras principalmente: los padres, los maestros y los sacerdotes. En aquellos tiempos que no volverán, no había mensajes de texto vía celular de nuestros progenitores para preguntar ¿dónde estábamos? El término de la hora del juego estaba marcada por el ocaso y el grito de la madre ¡Ya métete! ¡Dije que ya!

 

En ese entonces, estábamos obligados a realizar cientos de planas con trazos en espirales, semicírculos, círculos y demás, para tener una muy buena  caligrafía. Nosotros, los de aquellos tiempos, conocemos la diferencia entre letra de molde y la  “manuscrita”, por que en las aulas existía un viejo lema “la letra con sangre entra”. Por esto sabemos lo que significa un gis o un borrador aventado con gran puntería desde la mano del profesor hasta nuestras cabezas dejando además de un buen golpe, la tiza sobre el cabello.

 

Nosotros, los sobrevivientes de aquellos métodos de enseñanza; casa, escuela e iglesia, aprendimos a contestar, a distinguir la letra b de la d, aprendimos a caminar sobre calles de terracería, y a contemplar mucho de lo que la tecnología ha convertido en un remoto pasado para muchas ciudades de hoy.

 

Al terror de la chancla, el cable de luz, las cachetadas, la vara de membrillo y los puntapiés, conocimos antes que nuestros derechos, las obligaciones que teníamos, como niños, hijos y futuros ciudadanos del país que se había cobijado por la sangre de los héroes la pureza de los volcanes y el verde de la esperanza, la bandera nacional, historia y fechas que se tenían que memorizar.

 

Y  vemos con gran tristeza el apocalipsis de las nuevas generaciones, de jóvenes que no permiten que su imaginación vaya más allá de lo que ven en televisión o con ayuda del internet. Vemos con gran ternura la forma en que las ovejas amenazan con comerse al lobo. Y es que a pesar de que pareciera que cada día los niños nacen “más despiertos”, la verdad es que para los de aquellos tiempos, nos genera cierta ternura los intentos que tienen al tratar de engañar a los mayores.

 

Hoy los que fuimos de los tiempos aquellos en que “se declaraba la guerra al peor enemigo”, se elegía por color a los listones, se cargaba entre dos a los chamacos convertidos en ollas de dos orejas, o se encantaba a la gente con sólo tocarla. Hoy todos tienen otras vidas, llenas de recuerdos, de experiencias y por qué no, de los primeros embarazos prematuros que algunos achacan a la llegada de los nuevos ritmos musicales como el reguetón.

 

Por eso hoy no sabemos sí es preocupante o risible que tras la caída de los viejos sistemas, encontremos cada día más jóvenes que en preparatoria no conocen el nombre de Juan Rulfo, que escriben “respondio” sin acento en la o, y que citan en sus textos frases de comerciales que ven la televisión o en el internet.

 

Lo que sí sabemos es que la oveja no come lobo, y por eso podemos ver desde otro plano, la forma en que las nuevas generaciones desperdician su vida escribiendo “weno” en lugar de bueno. Hoy no sabemos si todo esto ha provocado las lágrimas del infierno, o si es el remix de un intento bastante tonto de la “evolución humana”, de jóvenes que en cada intento de engaño y de rebeldía lo único que hacen es caer en el espiral de la “no madurez y del autoengaño”.

 

Los sobrevivientes de aquellos tiempos, caminamos entre la gente, nos reconocemos  sin siquiera buscarnos, sabemos hasta dónde llegamos y por qué, mientras vemos con tristeza como el apocalipsis llega y carcome como cáncer a las nuevas generaciones que aunque más despiertas, parece que viven y seguirán viviendo en un largo sueño, un sueño en donde existe el auto corrector, en donde se desprecia el conocimiento y sobre todo, donde se apremia el hedonismo puro.

                                                                             

 

Related posts