PEDAZOS DE VIDA

 

Enid

El tiempo es tan relativo que parece que fue ayer cuando comenzamos a salir, cuando pedí un “leit” en lugar de un latte en la cafetería, y cuando pedías que aquél hippioso no estuviera dentro de tu grupo en la universidad. Parece que hace unos días fue cuando una noche antes de que fuera el examen final nos enteramos que había una guía de estudio que no ocupamos y que de nada sirvió para salir triunfantes de aquél auditorio. También es relativo al recordar la clase para estacionar el auto en plena calle de Guerrero en la ciudad que me enseñaste a querer.

 

Es ahí cuando el nombre de Enid, más que “la que posee vida”, comenzó a significar mucho más, la que da vida, la que comparte vida, la que hace posible que entre hojas de papel los sentimientos se conviertan en personajes que nos dejan en paz hasta que llega el punto final, la que es capaz de incendiar con un globo de cantoya una ciudad y hacer de un cuarto, el bar privado donde se ahogan las penas y dónde surgen las palabras que nos hacen bailar.

 

Parece que fue ayer cuando en aquella pizarra improvisada comenzamos a escribir lo que queríamos hacer “antes de morir”, cuando fuimos al museo del duende y bebimos vino junto a la chimenea con ese romanticismo que sólo la vida puede otorgarle a dos grandes amigos, a dos hermanos: de vida, de camino, de vuelos en globos y de lagunas que se esconden detrás de grandes carreteras.

 

¿En qué momento, comenzaste a caminar con el cabrón ese del turbante? ¿En qué momento comenzaste a evadir las miradas? Y todo por el amigo provocador, ese que hizo lo que tuvo que hacer, lo que quiso hacer y lo que se le antojó hacer. Lo he dicho como un presagio, como una profecía que se avienta para pegarse en un tiempo futuro… ”De esto algún día se hablará” y entonces volverán a vernos como unos locos, como aquellos que sellaron sobres para regalar sus letras, que bebieron vino y mezcal y que no buscaron más que contar las historias que se hacían posibles en cada uno de sus pasos.

 

El tiempo es relativo, tanto que en estos minutos he recorrido más de diez años en recuerdos, en vidas que se bordan en la madrugada, en ojos de dios que nos miran desde la pared, en atrapa sueños sin plumas pero sobre todo con un hilo dorado de amistad, de cariño y de amor, porque solo los amigos sobreviven y tú naciste para poseer la vida, para ser lumbrera de nuestro entorno, gracias.

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