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PEDAZOS DE VIDA

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PEDAZOS DE VIDA

Me gusta hablar con los muertos

A mí me gusta hablar con los muertos. Sí, ya lo sé, te ha turbado esta declaración, pero me juzgues sin antes escucharme. He visto en tus ojos esa sorpresa que se mezcla con incredulidad y un poco de miedo, no temas, si tu pudieras ver cuántos están ahorita con nosotros quizá no lo soportarías, no tolerarías ver sus heridas, escuchar sus lamentos y sentir el frío que genera la muerte que los rodea. No temas, todo estará bien.

Dicen que uno nace con el don aunque a momentos piensas que es una maldición porque no entiendes la situación. No es fácil ver cosas que los demás no ven y nunca verán, no es fácil que ante su incomprensión te tachen de loca, no es su culpa que no puedan acompañarte y enfrentarse a lo que tú sí ves, sientes y escuchas.

Al inicio es una maldición, cuando un muerto intenta apoderarse de tu cuerpo sientes como si tu presión se subiera y bajara de un momento a otros, como si estuvieras en una montaña rusa de emociones; sientes la adrenalina, la somnolencia, el cansancio y también las penas con las que han cargado por décadas.

Una vez conocí a un muerto que nunca supe cómo llegó hasta acá, hablaba otro idioma no sé si era árabe o indio, pudo ser cualquier otro idioma que no entendamos ni se nos haga conocido, la verdad es que no le entendí nada, se desesperó y se metió en mí, entonces, mi familia comenzó a escuchar como yo hablaba otro idioma con tal desesperación que genera el tener una oportunidad, quizá en décadas, de ser escuchado pero sin lograr hacerte entender.

De pronto se fue, yo regresé en sí, y vi con gran sorpresa el miedo que se había generado en mi familia, estaban a punto de llevarme a una iglesia porque según ellos: “se me había metido el Diablo”.

Con el tiempo aprendes a diferenciar los espíritus buenos de los malos, y también aprendes a defenderte de los intentos que hagan para ocupar tu cuerpo. Como te dije, me gusta hablar con los muertos, luego darles una luz para que crucen al otro espacio, me gusta pensar que con unas tijeras corto el hilo a un papalote que con el aire se aleja hasta perderse en la inmensidad de un espacio que no puedo ver pero que imagino como el término del sufrimiento y la angustia que viven aquellos que se han quedado atrapados.

En esta vida mi niña, he visto tantos que ya perdí la cuenta, he hablado con más muertos que vivos. Oye, estás embarazada, ¿verdad? Va ser una linda niña, tendrá los ojos más claros que los tuyos, ya verás. Pero no me veas así, si sé esto es por una razón, no porque sea bruja o porque pueda ver más allá, lo sé porque ya estoy cansada y pronto tendré que marcharme niña… Pero antes debo decirte que la criaturita, que llegará pronto, desarrollará su don a partir de los seis, años, cuídala y tenle paciencia porque está destinada a dejar huella en este mundo…