Home Nuestra Palabra Para donde usted voltee…

Para donde usted voltee…

0

PIDO LA PALABRA

La impunidad, la corrupción y la inseguridad… todo se purifica con los deslindes y sumisión.

Para cualquier lado de la República Mexicana que se nos ocurra voltear, hasta el más recóndito de los lugares de nuestro México, está manchado por ese flagelo que hoy nos está ahogando: la corrupción, la inseguridad, la impunidad y ahora con la sumisión a las líneas imaginarias de cada mañana.

Es inconcebible que, a casi 209 años de haber iniciado la lucha de independencia, hoy sigamos luchando en contra de los fantasmas provocados por la ambición del poder económico y político, pues es ese y no otro, el origen de nuestros actuales males que nos aquejan.

La lucha por el poder político y económico nos ha llevado a sufrir de la traición de nuestros hermanos, de nuestros “amigos”, de nuestros gobernantes, pues al final, sus actos, al más puro estilo de “El Príncipe” de Maquiavelo, “el fin justifica los medios”.

Hoy día, los partidos políticos los comparo como la Caja de Pandora, que al abrirse se escapan todos los males del universo; partidos políticos que rápidamente se purifican con el solo hecho de deslindarse de los actos de corrupción de sus miembros, y para que no quede duda de su pureza, les basta con expulsar cual chivo expiatorio al zonzo que se dejó sorprender abusando del cargo público, y con ello lavarse las manos; como si los partidos políticos no hubiesen propuesto a ese gobernante en el lugar que ocupa.

Esto es lo que está pasando en los partidos políticos actualmente, todo cambia o pretende cambiarse, pero en esencia se conserva con los mismos vicios, se continúa con las viejas prácticas de hacer política. Las redes sociales, en el pasado eran nuestra herramienta política, hoy nos enojamos porque las usan en nuestra contra.

La violencia tiende a proclamarse como el signo representativo de esta época; la carga de violencia que nos rodea va en un incesante e inexorable incremento; algo se tiene que hacer y no solo quedarnos de brazos cruzados esperando las nuevas estadísticas de la violencia en México.

El índice de delitos cometidos por menores de edad va en un alarmante incremento, tanto en la diversidad como en el número de los mismos, pues algunos delitos que en antaño solamente eran cometidos por adultos, perdieron esa exclusividad y ahora también son cometidos por menores de edad; la violencia en los jóvenes, y niños inclusive, siempre tiene una motivación, ésta la pueden encontrar en cualquier parte, puede estar presente en la propia casa, en programas de televisión que en apariencia calificamos como cándidos e inocentes pero que están rodeados de comerciales con esa dosis violenta que paulatinamente va penetrando en la mente de los espectadores.

Para cerrar este círculo vicioso, cuando todo les falla a los delincuentes, aún les queda el recurso de la ley, esa ley que pareciese ha sido creada para defender al delincuente y no para hacerle justicia a la víctima, esa justicia que en no pocos casos se vende al mejor postor, quedando los delitos impunes y las víctimas quedan indefensas, esperando la venganza del delincuente o la opresión del político.

Pero no solo los jueces tienen la culpa; también la tiene la fiscalía por no integrar adecuadamente los elementos para garantizar al menos la vinculación al proceso; la tiene también la policía que como primer respondiente no ha sabido preservar la evidencia a través de la cadena de custodia; la tiene el legislador que en su limitada sabiduría solo atina a aprobar aquello que en sus sueños de grandeza o de conservación del hueso siente que tiene línea.

Este es el México que hoy nos duele y nos seguirá doliendo en tanto no nos demos cuenta que es en la conducta congruente entre el decir y el hacer, en donde está la respuesta, y no en la satisfacción efímera de una torta y un refresco de las campañas políticas.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.