Para comprender el poder 

Para comprender el poder 

RETRATOS HABLADOS

Hay un elemento que con mucha frecuencia olvidan los hombres y mujeres de poder político y/o económico: la fragilidad de la vida, la absoluta facilidad con la que se pierde y podemos comprobar que nadie, absolutamente nadie, la tiene asegurada por el tiempo que desea. Se extingue cuando debe extinguirse y por supuesto que lastima a los que nos quedamos, pero en una justa evaluación, hay personas que tuvieron no solo el don de ser amables y buenos con sus semejantes, sino disfrutarla.

Es pues muy corta, y con una constancia que debiera por lo menos llamarnos la atención, de repente a los espectadores del escenario del poder, nos da por empezar a pensar que se trata de seres inmortales, ajenos a las veleidades de la vida común y corriente, y que nosotros partiremos un día cualquiera, pero ellos y ellas no.

Reconocer la fragilidad de la vida es un buen principio en las personas que acceden a un cargo de poder político, un buen signo que debe ser evaluado y recordado permanentemente para, en su caso, recordárselos y atiendan con intensidad su decir de tiempos pasados.

Solo bajo este esquema de existencia, en que se reconoce su paso vertiginoso, es posible que la asunción a un poder como una gubernatura o la presidencia de la República, puede autorregularse, evitar a toda costa que enerve el pensamiento y la razón.

La entrevista que publicamos ayer con el gobernador, Julio Menchaca Salazar, tocó ese aspecto que, al menos en lo personal, creo que nos brinda la posibilidad de observar a un político que tiene en sus manos un elemento fundamental para evitar los mareos del poder: sabe, reflexiona en torno a la finitud de la vida.

Saber que esta pequeña historia que construimos día a día, llegará el momento en que cierre su último capítulo, nos permite, si así lo permitimos de buena voluntad, disfrutarla día a día, y por disfrutar entiéndase hacer todo lo posible para ser una buena persona con las demás, con nuestros semejantes; tener la capacidad de la compasión que es la empatía en su máxima expresión con otros.

Sin ser pesimistas por supuesto, y por el contrario simplemente buscarle el gusto a la vida, a la existencia a través de las 24 horas que dura un día, a través de su propia fragilidad que de este modo otorga una fortaleza única al instante en que nos reconocemos en quienes nos acompañan en este justo instante de la existencia humana.

A mí, insisto, me da buena espina un gobernante que reconoce en la fragilidad de la existencia, la posibilidad, el arma justa para nunca amarrarse con obsesión enfermiza al poder, y por el contrario, mantener la certeza de que nutrir los años con los instantes de las acciones buenas, construye al final del día, el justo entendimiento del para qué y por qué es un poder, aún más efímero y frágil que la existencia.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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