EFE.- “Por favor, rece para que en todo el mundo se elimine de nuestro futuro la amenaza de la exposición a las radiaciones”, le pidió ayer al Papa Francisco Matsuki Kamoshita, de 16 años, uno de los damnificados por el terremoto que en 2011 provocó el tsunami y la crisis nuclear en Fukushima (Japón).
Francisco escuchó el testimonio de Matsuki en un acto con víctimas de un desastre que causó unos 20 mil muertos y 150 mil desplazados, de los que 50 mil no han regresado a sus casas, además de miedo a una verdadera hecatombe nuclear.
Por ello, el Papa se hizo eco durante su discurso de “la preocupación por el uso continuo de la energía nuclear” en este país de continuos terremotos y recordó “la petición de la abolición de las centrales nucleares por parte de los obispos japoneses”.
Francisco no habló del posible cierre de las centrales, pero sí subrayó la necesidad de “tomar decisiones valientes e importantes sobre el uso de los recursos naturales, y en particular sobre las futuras fuentes de energía”.
El terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 provocaron en la central de Fukushima el peor accidente nuclear de la historia desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.
El Papa preguntó: ¿Qué clase de mundo, qué clase de legado queremos dejar a los que vendrán después de nosotros?”.