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PAN vuelve a la batalla por la Presidencia

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La derechización de México
●    Acción Nacional logra capitalizar el antipriísmo más que López Obrador. El hartazgo ciudadano y la corrupción pasan factura al partido gubernamental

La tensión está servida. Y las elecciones han agudizado esta contradicción. Ahí donde el PRD se presentó solo, perdió. Y en el cómputo general, su influencia se redujo sensiblemente. Justo lo contrario de López Obrador. El incombustible tabasqueño logró dar un paso firme hacia su sueño. “Morena ya es la tercera fuerza electoral y ha obtenido buenos resultados en Veracruz, Oaxaca, Zacatecas e incluso Quintana Roo, pero no hay que sobrestimar las expectativas. Ofrece un líder y una idea, pero aún carece de infraestructura nacional y no ha ganado ninguna gubernatura”, indica Campos.
México.-  Las elecciones presidenciales de 2018 empezaron a disputarse el domingo. La derrota del PRI en los comicios estatales ha abierto el escenario a un competidor tan conocido como inesperado: el PAN. El partido hegemónico de la derecha, el único que fue capaz de apear del poder al PRI, ha regresado a la partida después de un largo letargo y se apresta ahora, junto con el inagotable tótem de la izquierda radical, Andrés Manuel López Obrador, a competir por la jefatura del Estado.
El poder territorial del PRI ha sufrido un cataclismo. La fuerza gubernamental partía de una posición hegemónica. Tenía bajo su control 9 de las 12 gubernaturas en juego. Y al final de la noche se quedó sólo con cinco. En este descenso, perdió cuatro de los cinco estados donde jamás había gobernado otro partido, y redujo su perímetro estatal a una población de 44 millones repartidos en 15 estados. Un mínimo sin precedentes.
“De nada ha servido la guerra sucia en la campaña. El PRI ha acabado pagando el coste de gobernar en un momento de enojo contra el poder estatal y federal”, señala el experto demoscópico Roy Campos.
Aunque su magnitud nunca fue advertida, el sismo vino precedido de algunos signos claros. El principal fue la alta cifra de indecisos: 30% en la recta final de la campaña. Demasiados para no encender las alarmas. Pero ni las encuestas (sospechosamente) ni los analistas les prestaron mucha atención. El resultado fue que al depositar su voto muchos dieron la sorpresa y sacaron el puñal contra la formación de Enrique Peña Nieto.
“Hubo un voto de castigo, al partido y al presidente. El hartazgo con la corrupción y la inseguridad es enorme y el apoyo al PRI declinante. Ya no tiene capacidad para atraer a nuevos electores. Y sus tradicionales alianzas, con el Partido Verde o Nueva Alianza, resultan irrelevantes, no aportan esos 6 a 8 puntos que le permitían salvarse. El PRI está ahora desnudo”, indica el analista Rubén Aguilar Valenzuela.
Ante este retroceso general, todas las miradas convergen en el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones. El estratega de la campaña, un profundo conocedor del laberinto mexicano, ha intentado consolidar el suelo electoral. Pero a diferencia de las elecciones parlamentarias de 2005, donde el PRI salió airoso con un 29% del voto, esta vez la operación ha culminado en un fracaso, Beltrones se ha autolesionado y se ha abierto una espita de consecuencias imprevisibles, como muestra que los gobernadores entrantes, en Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo, ya han anunciado que a sus antecesores priístas les espera una implacable fiscalización y hasta la cárcel.
Para el PAN, las tribulaciones de su adversario suponen una bendición. Tras el humillante tercer puesto en las presidenciales de 2012 y los pésimos resultados del año pasado, esta formación era vista como una fuerza agotada, a la que ni siquiera las encuestas, hipnotizadas con López Obrador, prestaban mucha atención.
“El PAN ha renacido, ahora es un competidor real. Ha sabido recoger el sentimiento antipriísta y hacerlo suyo” señala Aguilar Valenzuela. Esta transformación ha supuesto un espaldarazo a la presidencia de Ricardo Anaya, cuestionada por los halcones del antiguo presidente Felipe Calderón. “Anaya, aunque ha fallado en Sinaloa y Tlaxcala, hizo una excelente selección de candidatos. Seis de los escogidos habían perdido antes, pero él los mantuvo y evitó la división interna, dando una imagen de permanencia y rigor”, indica Campos.