RELATOS DE VIDA
7:30 de la mañana y suena el celular, un mensaje de texto había llegado – Hola hermosa ¿cómo estás, dormiste bien? – Se trataba de José, un amigo de la infancia que encontró por casualidad en su navegación por las redes sociales.
-Hola, buenos días. Gracias a Dios bien, ¿cómo estás? – respondió inmediatamente Juana, una mujer de aproximadamente 56 años de edad; con cerca de 35 de casada, aunque no feliz, pues su vida ha sido de humillaciones, debido a las múltiples infidelidades de su marido.
Durante estas más de tres décadas ha aguantado todo, pues su baja autoestima le ha impedido separarse y empezar una nueva vida, con una oportunidad de amarse y sentirse amada; sin embargo, el afortunado encuentro con su amigo le ha despertado ilusiones.
En poco más de seis meses de contacto con José, sus ojos han cobrado un nuevo brillo, su sonrisa parece la de una jovencita y su vitalidad se revolucionó, y si bien no ha dejado a su esposo, ya no le importa nada, más que vivir intensamente.
La renovada Juana es producto de los mensajes diarios y constantes, de las video llamadas, de las atenciones, incluso de las canciones dedicadas a distancia, y de la comunicación que es nula con su pareja legal.
-Bien, gracias, mujer hermosa, ya voy camino al trabajo, solo quería saber cómo estabas, saliendo de la chamba te llamo. Por favor piensa en mí, como yo lo haré. – éstas palabras la hacían emocionarse, dar todo por la relación, aunque cibernética, la quería por siempre.
Terminando de escribir, la mujer borraba todas las conversaciones ante el miedo de ser descubierta y que su marido pudiera golpearla o atacar a José; no obstante que a estas alturas de la vida, en lo único en lo que pensaba era fugarse y ser completamente feliz.
Por la noche, y en cumplimiento a su promesa, el enamorado le realizó un video llamado, en una conocida aplicación; Juana estaba muy contenta porque la sorprendió con una canción de su autoría, pero mientras escuchaba atenta, el cónyuge entró al cuarto; por tener el sonido alto no se percató de su entrada a la casa.
-¿Qué estás viendo?- cuestionó su esposo, y espantada le contestó – A uno de mis primos, está cantando en vivo; como era su costumbre solamente se desvistió y se acostó para dormir, sin preguntar nada más.
Aún con el susto, Juana salió del cuarto para continuar con el enlace; y al verla, José mencionó – Tranquila hermosa, lo bueno es que se la creyó. Mañana te vuelvo a llamar para terminar de cantar, también acaba de llegar mi esposa y al parecer viene de mal humor. Descansa y sueña muy rico.