- Esta Noche Buena, dales Señor vida y esperanza a los enfermos en los hospitales…
Esta noche cumples dos mil 20 años de nacido y hoy se repite el milagro de la Natividad, porque vuelves a ser niño siendo Dios. Aquí estamos asustados y encerrados en nuestros hogares, nosotros que volvemos los ojos esperando un milagro para que termine la pandemia que se ha llevado a los nuestros, familiares, amigos, conocidos.
Esta noche en que los pequeños le piden sus juguetes a Santa Claus y en otros lugares se los piden al Niño Dios, yo, el que fue niño hace muchos años, te pido regalos también para encontrar consuelo en este largo día de pandemia que no acaba.
Esta Noche Buena, dales Señor vida y esperanza a los enfermos en los hospitales, fuerza y coraje a los doctores, doctoras, enfermeros, enfermeras, camilleros, empleados de hospitales para seguir en la lucha de cada día y de cada noche. Escucha el resuello de los enfermos, cómo se les va la vida en cada respiración, ayúdalos, colócales sus cabezas en tu regazo y acaríciales sus rostros en estos momentos en que se sienten solos.
Eso quiero de regalo. Danos salud. Y quienes están muriendo de Covid en sus camas de hospitales, boca abajo sin siquiera poder despedirse de los suyos, permite que te vean y sientan el calor de tus manos y de tus labios en sus frentes. A esa mujer que no deja de pensar en sus hijos y nietos, dale tu palabra, ayúdala a bien morir. Que oiga tu voz: “ya no sufras, estaré con tus hijos y tus pequeños siempre y contigo hasta el fin de los tiempos”.
Es un año ya de angustia, más de 119 mil muertos en México y más de un millón 700 mil fallecidos en el mundo y esto no acaba, te pido por ello Señor voltees tus ojos hacia esta humanidad doliente.
Esta noche, en el pesebre donde una estrella alumbra el lugar donde nacerás de tu Madre María, estamos también nosotros arrodillados, asustados, dolientes, pero esperanzados. Esta misma noche Miguel, Tomás, Araceli, Dominga dejarán este mundo y dejarán un hueco enorme en sus familias, toma Señor sus manos que sepan que no están solos en los terribles momentos.
Eso nos consuela, saber que no estamos solos, contamos contigo. El niño que fui te agradece estos regalos que sé, me concederás, a quienes han perdido a sus padres, hermanos, esposos, esposas, hijos, amigos, dales esperanza y dales el bálsamo de tus palabras, la promesa de encontrarlos en otro lugar.
Y por último, te pido poder regresar a la libertad de correr a encontrar a nuestro amor y caminar en los campos que hiciste para nosotros; que los niños vuelvan a sus juegos, los maestros a enseñar y los novios a vivir, a caminar de la mano mirando al sol y a las estrellas, en una nueva alegría.
Gracias.