OPINIÓN

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Darles todo para dejarles nada

Por: El pequeño Timmy

El pasado jueves 28 de julio de 2022 diferentes medios de comunicación de talla internacional, informaron que los recursos naturales disponibles para todo el año se habían agotado, por lo que los recursos consumidos a partir del 29 de julio, el planeta entró en cifras rojas; es decir, comenzamos a consumir recursos que se deberían consumir el siguiente año y con ello se contribuyó a la cada vez más lenta regeneración de los ecosistemas y por ende de los recursos.

Hoy no es raro que todos los que tendrán la posibilidad de leer este escrito hayan sido testigos de los cambios climáticos que se han vivido en los últimos años; sequías, calores extremos, inundaciones, fríos invernales cada vez más agresivos, tormentas eléctricas, tornados, granizo enorme, y demás. 

Y tampoco es ajena la conversación sobre el clima que se tiene en los diferentes núcleos en los que nos desarrollamos, en los que en la mayoría coincidimos en que el clima está loco, en qué todo se está complicando en el mundo, en qué los polos se están derritiendo y las selvas se están quemando, en que hay ríos o lagunas que se han secado y que todo tiene que ver con el calentamiento global y la contaminación.

En esta misma dinámica, entra la preocupación de las nuevas generaciones de padres de familia por “darles todo” a los niños que han procreado, y en esta dinámica pareciera que el monstruo insaciable que es la humanidad surge disfrazado de “falso amor” que da todo a manos llenas, complacerlos en muchos detalles y hacer “todo” para demostrar el sacrificio que los padres deben dar por los hijos.

Pero justo en ese darles todo se encuentra el pequeño detalle que entre más se les da, más se les quita a su futuro, y más que procurarse una vida de bienestar se les condena a un mundo contaminado con cada día menos esperanzas de vida debido a la basura y toda la contaminación que se genera conforme los pequeños crecen y los adultos buscan darles lo mejor.

Hoy los niños y niñas de varias partes del mundo nacen endeudados con eventos que ni siquiera disfrutaron pero que fueron en torno a su llegada al mundo, por ejemplo: la fiesta para la revelación del sexo, el baby shower y otras reuniones extrañas que producen contaminantes y que contribuyen sin duda alguna a la problemática que enfrenta el mundo.

Mientras en algunos lugares la escasez de agua es una realidad, en otros, la venta de un hijo o hija se hace para que el resto de la familia pueda comer un par de semanas más y no mueran de hambre, y mientras en algunos lugares padecen las enfermedades que generan actividades como la minería en otros el cáncer por los altos índices de contaminación en el aire es una realidad. 

Pensemos en una fiesta: globos, vasos, platos desechables, bolsas para guardar todo y empaquen en los que se compra todo lo que se necesite, mesa de dulces con cientos de bolsas, etiquetas, curly para amarrar, frascos, envases de plástico y demás productos que terminan en el bote de la basura, fotografías, maquillajes, envases de bebidas, servilletas de papel, pirotecnia, bases para el pastel, confeti o bombas de papel multicolor…

Ahora revisemos un día común: compras del día, todo en bolsa o empaque que a veces exagera al tamaño del producto que contiene, frutas, verduras, carnes, todo en bolsa o empaque; pañales desechables, latas que contienen los productos como la leche, los chiles y demás; energía eléctrica para todos los aparatos; papel para las tortillas; servilletas de papel para todo lo que se vaya a comer; duchas largas (mientras haya agua); empaques de compras hechas por internet; ropa que no tendrá mucha duración debido a la calidad de las telas, etc.

Y si seguimos con la movilidad y otros temas, quizá nos demos cuenta de que pareciera que buscamos que las nuevas generaciones tengan todo peor, lo que en realidad estamos haciendo es dejarles “NADA”, quizá sea tiempo de preguntarse realmente ¿Cuánto quieren a sus hijos? Porque pareciera que los están condenando a un mundo que nadie merece heredar. 

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