
Contra perro, gato…
Cuando se ha llegado a un punto en el que se deja de confiar en el hombre, entonces no queda más remedio que buscar el apoyo de una fuerza divina concebida como “Dios”, que quién sabe en qué forma existirá, pero que gran parte de la población lo reconoce como una fuerza mayor y más allá del propio entendimiento humano.
Hace tiempo en Día de Muertos, el profesor Arquímedes de la Preparatoria Número Dos en Tulancingo nos invitaba a la celebración que se había convertido en ritual, y en el que además de la ofrenda se compartía la lectura de la poesía “Sigue la muerte”, de Jaime Sabines, del cual había un párrafo que me gustaba mucho porque hablaba de lágrimas y de “un hambre de Dios”.
Ayer, parecía un poco sacado de órbita que el secretario de salud, Efraín Benitez Herrera, en pleno cierre de conferencia hiciera un llamado a cierto sector de la población que comparte una misma fe (aunque diferente religión): los católicos y los cristianos, para que consulten en la Biblia, los versículos del dos al ocho del capítulo seis del libro de las Revelaciones, sacado de órbita a promover una lectura religiosa desde un cargo público que ostenta.
Pero como lo señalaba Jaime Sabines en su poema, existe esa “hambre de Dios”, que para mí, es a la que se recurre cuando lo único que queda es un rayo de esperanza que se ve menguar en cada instante, y aunque a mi parecer el actuar del funcionario público fue torpe, creo que en un análisis más profundo y concatenando, su discurso lo que pretendía era buscar la empatía de un gran sector de la población a través de sus creencias, pero también dirigir la atención hacia un acto de fe, no hacia un Dios sino hacia la humanidad.
La conferencia de prensa que encabezó el secretario fue para dar los pormenores de la situación que guarda el estado de Hidalgo en materia de la pandemia de Covid-19 así como el regreso a clases en al menos 15 municipios, y reflejó como en muchas otras entrevistas el hartazgo de repetir una y otra vez que la población debe seguir las medidas sanitarias; y la decepción por ver que no se siguen y que los casos positivos al Covid y las muertes aumentan cada día.
Por un momento, cuando el funcionario estatal habló de la empatía, la conciencia y trata de invocar “la humanidad” entre la audiencia, me hizo recordar la película de Santa Claus de René Cardona (1959); en concreto, la escena en la que Santa Claus víctima del diablo, se queda atrapado bajo el riesgo de ser visto por la gente y pide la ayuda del mago Merlín en el cielo.
El mago que es un poco anciano trata de buscar la solución para que Santa Claus pueda salir bien librado, sin que lo muerda el perro que ha invocado el diablo para que lo acose. En esta escena, Merlín dice tratando de recordar: “contra bueno, malo; contra blanco, negro; contra comezón, rascar; contra sed, agua…” y de pronto como iluminado por la memoria, grita “¡Contra perro, gato!”, y dicho esto le recomienda a Santa Claus que distraiga al perro con un gato de juguete, remedio que soluciona el conflicto.
Lo que el secretario de Salud estaba apelando era la conciencia de la gente, en una situación de película el grito sería: “contra Covid-19, conciencia”; sin embargo, me temo que que la forma en cómo se emitió el mensaje no fue la apropiada y mientras unos buscaban algo, otros ya ven la figura de Juárez retorciéndose en su tumba como lo representarían en una caricatura mientras Vicente Fox, siendo presidente de México, le besaba el anillo al papa en la Ciudad del Vaticano.
A estas alturas, en plena tercera ola de contagios y con variantes más contagiosas del virus, damos vuelta a lo que ocurría hace un año y nos encontramos con situaciones similares: gente que no acata las medidas sanitarias, que hace reuniones familiares, que va a fiestas, gente que deja de usar el cubrebocas, gente que anda en la calle; o personas que salen al super, tianguis o cualquier otros sitio de compras y abasto, en compañía de los hijos…
Y mientras esto sucede, el gobierno federal se empecina en negar los contagios en niños y convocar a las aulas a todos los estudiantes. Nuevamente los maestros, uno de los primeros sectores de la población en ser vacunados, ha pegado el grito en el cielo, primero porque no tenían herramientas en casa y a “distancia” no se podía enseñar o resultaba más difícil, ahora porque tras haber llegado a la comodidad se resisten a regresar a las aulas.
También es un poco contradictorio que los padres de familia que llevan a sus hijos a puntos muy concurridos como los tianguis, ahora peguen el grito en el mismo cielo que los maestros, para decir que temen por la salud de sus criaturas. En el fondo en ambos sectores podemos encontrar gente muy irresponsable que ha comenzado a seguir las recomendaciones sanitarias hasta que ha visto muertos a sus vecinos o incluso a sus seres queridos. Por todo lo anterior la conferencia de Salud de ayer fue muy reveladora.
Por eso, si tuvieramos un poco de conciencia, empatía, bondad y compasión como seres humanos, lejos de si somos católicos, cristianos, hinduistas, budistas, zoroastras, islamistas, judios o creyentes de cualquier ser que sacie nuestra hambre de un Dios, deberíamos fomentar esa congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos, y tener esa conciencia de que cualquier acto, bueno o malo, tiene consecuencias. Contra perro, gato; contra Covid-19, conciencia y congruencia.