CINE DE AYER

Uno de los platos fuertes de la espléndida retrospectiva La época de oro del cine portugués, organizada por la Cinemateca Portuguesa, el Instituto Camoes, la embajada de Portugal en México y la Cineteca Nacional, fueron las primeras películas del legendario realizador Manoel de Oliveira, fallecido el año pasado a los 107 años de edad.

La primera de ellas es un documental de escasos 21 minutos titulado Duero, trabajo fluvial y filmado en blanco y negro en 1931, en el que el realizador hace un entrañable retrato de su natal Porto y las actividades que se dan en el río que la cruza.

El filme fue mal recibido por la crítica de la época y tuvieron que pasar once años para que el realizador pudiera volver a ponerse detrás de la cámara con la comedia infantil Aniki bobó, un vocablo utilizado en los juegos infantiles.

La cinta es una adaptación de una novela de Joao Rodríguez que narra la historia de un grupo de niños que viven en Porto.

Uno de ellos quiere a la niña más guapa del salón y para tratar de conquistarla es capaz de robarse la muñeca que le gusta.

Su audacia provocará un enfrentamiento con el chico más rudo del salón que también pretende a la niña, con funestas consecuencias.

De Oliveira consigue un entrañable retrato infantil, que por momentos recuerda la inolvidable Pandilla de Hal Roach, teniendo como máxima virtud, el de no hacer personajes estereotipados, ni maniqueos. Ninguno es bueno bueno, ni malo malo, sino que están perfectamente matizados.

Ya en el pasado FICUNAM vimos el testamento fílmico de Oliveira, Visita o memoria y confesiones, así es que conocer los primeros filmes de esta leyenda del cine, fue doblemente gratificante.