La derecha encarceladora de opositores
Almagro, secretario del organismo multilateral, se suma a la ONU para exigir la liberación
Mauricio Macri tiene un problema grave para su imagen internacional, y se llama Milagro Sala. La dirigente social kirchnerista, diputada, lleva casi un año en la cárcel por supuesta malversación de fondos, pero aún sin juicio. Macri insiste en defender que siga en prisión preventiva, una decisión judicial. Pero la movilización del kirchnerismo para liberarla ha sido fortísima.
Primero fue Amnistía Internacional, después el Comité de Detenciones Arbitrarias de la ONU y ahora el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro. Todos piden la liberación inmediata de Milagro Sala. La carta de Almagro da un salto complicado para Macri: el uruguayo lleva meses reclamando la liberación del venezolano Leopoldo López. Cualquier comparación haría mucho daño al prestigio exterior de Macri, la gran estrella del giro hacia la ortodoxia en Latinoamérica.
Las noticias en Argentina se producen casi siempre en Buenos Aires, donde vive el 40% de la población. Pero las verdaderas batallas de poder, los negocios millonarios, las peleas encarnizadas, se dan en las provincias del interior. Allí se disputan el territorio caciques locales, sindicalistas, empresarios y multinacionales mineras que luchan por una porción de la enorme riqueza del país. Y es una de esas provincias, Jujuy, una de las más pobres, al norte, donde se vive una batalla definitiva entre Gerardo Morales, el nuevo gobernador, cercano a Mauricio Macri, el presidente, y Milagro Sala, una dirigente social que llegó a construir un estado paralelo con su grupo Tupac Amaru, en el sus militantes recibían vivienda, educación y salud gestionada por la organización, al margen del Estado.
Construyó incluso un barrio cerrado para pobres, llamado irónicamente “el cantri” –los argentinos de clase media-alta llaman “country” a las urbanizaciones valladas que se no paran de crecer para protegerse de la inseguridad-.
El poder de Sala creció gracias al dinero que le enviaba directamente el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, su gran aliada. Jujuy tiene 85.000 empleados públicos, ella tenía 80.000 militantes. Miraba al Estado de igual a igual.