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Números en cuenta regresiva

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Números en cuenta regresiva

RETRATOS HABLADOS

Cada minuto debía pasar el dedo índice sobre el TrackPad de la computadora, sensible a tal grado que podía apagar la pantalla y con ello apagar sus ilusiones, estacionadas en una numeración absurdamente grande que indicaba su turno para adquirir un boleto, y ser asistente presencial del regreso de un artista que había estado fuera de circulación más de cinco años.

Muy rápidamente olvidó la razón de pasar días enteros con sus noches en vigilia, en un maratón pero de reversa, hasta que le tocara un cero, que pasados los meses concluyó que nunca llegaría; pero que además poco le importaba si así sucedía, porque había concluido que en la pantalla de su computadora, ya no se trataba de ganar la asistencia a un espectáculo, sino de ser la primera en sumergirse en lo que se había hablado desde siempre, y en lo que creía con absoluta fe: la verdadera vida, no la que se le había presentado desde niña, y que sabía era una mentira.

Por supuesto no fue la única persona en atribuirle un sentido totalmente diferente a esa larguísima espera, para poder comprar un boleto, y ser testigo del retorno a los escenarios largamente aplazado, del cantante, showman, bailarín; en fin, todo lo que debe tener un personaje que atrae multitudes.

Tan solo en la casa contigua a donde vivía, se desató la violencia, porque un perseguidor de números, anunció que era poseedor de un centenar de boletos en primerísimos lugares, dignos de un Rey, porque ofrecían una vista única del espacio y sus astros, está claro que El Sol incluido.

Sin previo aviso, su hogar fue asaltado por una horda de criminales bien organizados, y listos para poner en marcha una reventa monumental, con precios inflados hasta en un 100 mil por ciento. No dudaron por eso en tirar una pedrada a la ventana del sujeto escandaloso, obligarlo a bajar, descargarle cinco balazos entre pecho, frente y barriga, para encontrarse de pronto con que no era cierto lo que anunciaba, aunque ya en el postrero adiós, alcanzó a decir: “Por favor, no desperdicien esta oportunidad, que mi sacrificio no sea en vano, viajaremos en una nave gigantesca con gente de todo el mundo. Son los únicos que habrán de salvarse para salvar a la humanidad”. Después murió y los malandrines maldijeron su suerte, de venir a encontrarse a un fanático de la invasión extraterrestre, y la salvación a manos de los mismos.

Otros encontraron atributos mágicos a los números que cambiaban con un ritmo que podría considerarse hasta subjetivo, es decir que no correspondía a si la venta de boletos se incrementaba de manera escandalosa; simplemente era que muchas máquinas adquirieron voluntad propia, al ser tan acariciadas y sacudidas en sus más recónditos sentimientos. De tal manera que una mañana, la sala de espera configurada para dar el conteo de reversa a los que esperaban, empezó a difundir combinaciones solo propias de la Cábala judía, que algunos se apresuraron a descifrar, y concluir que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina, y no se diga de la llegada de su Mesías, esperado por siglos.

Ella confesaría después que ni lo uno, ni lo otro. Simplemente aprendió a ver cada número con nuevos ojos, y la verdad, pasado un año de que esta locura había empezado, supo que incluso tenían sonidos especiales, paisajes cuando se conjugaban de alguna manera; sueños que se conectaban a su cerebro, y no solo los veía, sino que podía vivirlos, ser parte de una realidad distinta, que nada tenía que ver con una computadora portátil, un portal del artista, y una larguísima lista de espera.

Una noche se enteró que esa visión había desplazado a la de los extraterrestres bondadosos que nos llevaban a otro planeta, igual que la del libro de la Cábala.

Por desgracia fueron contados los que adquirieron esta habilidad de enlazar los sueños con números, que van en cuenta regresiva.

Pero esos fueron suficientes para salvar el Universo mismo, con todo y que nadie de esos seleccionados, había ido al concierto del artista solsticio de verano.

Mil gracias, hasta el lunes.

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