NÚMEROS CLAROS

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OCDE teme la aparición de movimientos sociales

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advierte sobre el descontento que puede manifestarse en los próximos meses en los países emergentes debido a los efectos de la pandemia por el COVID-19 sobre la economía y los ingresos de los hogares. La sensación de vulnerabilidad, el aumento de las desigualdades y la polarización ha llegado a convertirse en un riesgo latente para los gobiernos en muchos países del planeta, lo que exige la inmediata actuación de los gobiernos.

La agencia AFP ha reproducido la preocupación de la OCDE después de analizar el caso de Colombia. Cualquier crisis económica puede degenerar rápidamente en una crisis social y potencialmente en una crisis política, ha precisado la OCDE, señalando que la pandemia es un buen pretexto para potenciar un estallido social, considerando el caso de Colombia, donde las protestas han sido constantes e incontenibles, luego que la pandemia ha empujado a la pobreza a más de 100 millones más de personas en el planeta.

El problema es que el descontento ya se había arraigado antes de la pandemia, incluso en los países emergentes que han experimentado un fuerte crecimiento. Ahora es un fenómeno global, considera la OCDE. Desde 2008, el número de movimientos sociales en el mundo se ha duplicado; mientras que la confianza en las instituciones y entre las personas, la fe en la democracia ha decaído, provocando la abstención electoral, la cual va en aumento, en opinión de la OCDE.

Las protestas desde la década de 2000 se han extendido más en los países de ingresos medios, y son las clases medias las que se han movilizado con mayor frecuencia, señala el organismo multilateral. Esto sugiere que las protestas están inspiradas en la frustración ante avances interrumpidos y expectativas incumplidas, dijeron los autores de un informe publicado el martes pasado sobre los riesgos sociales en el mundo producto de la pandemia por el COVID-19.

En los países emergentes, la clase media a menudo exige democracia y mejores servicios públicos, en la medida que la desigualdad se multiplica y los sentimientos de vulnerabilidad son cada vez más evidentes. La pandemia ha reforzado estas demandas, pues el COVID-19 ha provocado un aumento de la pobreza, pero esto no siempre es suficiente para crear disturbios, precisa la OCDE; señalando que más allá de eso, un sentimiento de vulnerabilidad se ha asentado en parte de la población; donde las desigualdades económicas, políticas y culturales generan resentimiento contra los gobiernos, reforzando la creencia de que el progreso se ha detenido, apunta.

Por lo que, según Alexander Pick, funcionario de la OCDE, se trata de un debilitamiento real de la sociedad civil que se está produciendo en muchos países. De aquí que los movimientos sociales podrían encender rápidamente un estallido social y revueltas populares en diversos países; pues si bien es cierto que durante la crisis, la población pudo acceder a un cierto nivel de protección social, estos beneficios no puede durar para siempre, pues los Estados se están endeudados y saben que tendrán que manejar esa deuda para poder pagarla en el futuro; por lo que al intentar hacerlo aumentando los ingresos fiscales, podrían contribuir a crear mayores tensiones sociales, señala Pick.

De esta forma, la crisis sanitaria por el COVID-19, que ha profundizado la crisis económica mundial, ahora podría ser la fuente de disturbios sociales y provocar la caída de algunos gobiernos que, en aras de neutralizar los efectos de la crisis sanitaria, han endeudado sus países y el futuro de sus ciudadanos, algo que el gobierno de México se ha negado a hacer hasta ahora, enfrentando las críticas de la oposición que anhelan ver endeudar al gobierno, para proteger a las grandes empresas como en 1995.

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