NÚMEROS CLAROS

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Nuevos embajadores para profundizar la transformación de México

En el pasado, solía pasar que el presidente entrante eligiera sus embajadores para postularlos en las embajadas claves de México en el mundo y nadie cuestionaba la decisión, ahora todo es cuestionado y descalificado. La administración pública federal ha sido compactada con la reingeniería practicada por el presidente Andrés Manuel López Obrador al iniciar su sexenio, lo que condujo a la desaparición se subsecretarías completas, unidades, direcciones generales, direcciones de áreas; pero, sobre todo, de cientos de direcciones generales adjuntas, creadas para hacer favores a los amigos durante los sexenios del presidente Vicente Fox y Felipe calderón; además de la reducción de los salarios exorbitantes que prevalecían en el gobierno federal.

Pero lo que pocas personas saben, frente a la desinformación, es que la Administración Pública Federal se mantiene intacta, al margen de los secretarios y subsecretarios de Estado. En este sentido, en instituciones como la Secretaría de
Relaciones Exteriores (SRE), donde existe el Servicio Exterior de Carrera (SEC), cónsules, ministros y embajadores que no son de carrera, nombrados en los sexenios anteriores en esas posiciones, hoy siguen representando a un gobierno en el cual no creen y al cual fueron oposición. Políticos del PRI y del PAN hoy siguen siendo embajadores de México, cónsules o trabajan como agregados en alguna embajada, sin que sean parte del SEC.

Recientemente el presidente López Obrador nombró a Edmundo Font López como embajador en Malasia; a Gustavo Alonso Cabrera Rodríguez como embajador en la República de Nicaragua; a Francisco José Quiroga Fernández como embajador en la República Federal de Alemania y a Josefa González-Blanco Ortiz-Mena como embajadora en el Reino Unido. De inmediato las críticas se hicieron sentir en los medios, cuestionando su nombramiento, perdiendo de vista que históricamente ha habido en México nombramientos políticos de embajadores en ciertos países.

Evidentemente, México debería aspirar a tener un cuerpo diplomático de carrera, apolítico y apartidista; sin embargo, ese proyecto es un sueño guajiro aún. En 1998 fui parte de un proyecto de la Cámara de Diputados para crear el Centro de Estudios de Finanzas Públicas (CEFP), se concursaron los puestos e inicio el camino para hacer de este organismo algo similar a la Oficina del Presupuesto del Congreso en los Estados Unidos; no obstante, las ambiciones políticas y la estrechas relaciones de funcionarios de la Secretaría de Hacienda con los equipos de asesores en la Cámara de Diputados y los propios legisladores y sus partidos, terminaron prostituyendo un proyecto apartidista, donde los partidos han buscada en cada legislatura controlar al CEFP.

Estas prácticas de apropiarse de espacios de los partidos, sin pensar en el desarrollo del país sino en el propia, hizo que se creara Pro México y llegaran a esas oficinas, los hijos de los hijos y los amigos de los amigos; en una locura burocrática que provocó el desplazamiento de las embajadas en muchos de los aspectos comerciales y de negocios.

Lo peor de todo, fue el caso de la “piñata” que quiso organizar el ex canciller Luis Videgaray Caso, quien pretendió realizar cambios en el reglamento de la Ley del Servicio Exterior Mexicano para abrir la puerta a políticos para acceder al Cuerpo Exterior de México, los cuales, sin ser parte del SEC, pretendía que en vísperas de su jubilación, ingresaran al escalafón con el cargo de ministros y acogerse a los beneficios del retiro de la Cancillería; lo cual fue rechazado por la mesa directiva de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano, A.C. (ASEM). Por supuesto, el proyecto estaba destinado a mantener dentro del Servicio Exterior de Carrera a panistas y priistas que habían llegado a diferentes cargos en el exterior.

Los cambios propuestos planteaban que, quien hubiera sido diplomático por al menos 15 años sin ser integrante del Servicio Exterior Mexicano, pudiera acogerse a los beneficios de la SER. Por supuesto, con ello beneficiarían a personajes como el exembajador de México en Alemania, Rogelio Granguillhome, quien llegó a ese puesto después de ocupar diversos cargos políticos desde la administración de Vicente Fox y Felipe Calderón; un hombre de sangre azul como muchos otros; como nuestro ex embajador en Honduras durante el golpe de Estado y luego en Grecia, el exdiputado del PAN Ricardo Tarcisio Navarrete Montes de Ocaa, recientemente premiado como Cónsul en Caléxico.

De aquí que, quienes cuestionaron el reciente nombramiento de Francisco José Quiroga Fernández como embajador de México en Alemania y lo descalificaran, minimizando su experiencia, su capacidad y compromiso la transformación de México, muestren su ignorancia sobre un joven mexicano que estando trabajando en 2028 en Alemania para una empresa minera, decidiera regresar a México para sumarse a la revolución ética y moral iniciada por el presidente, para relevar Rogelio Granguillhome, que representó los intereses del PRIAN y hoy continúa haciéndolo en la embajada de México en el Reino de Bélgica.

Francisco Quiroga, no sólo es un joven graduado en economía por la Universidad Autónoma de Nuevo León, sino que obtuvo una maestría en comercio internacional y desarrollo económico en la Universidad de Yale, Estados Unidos y una maestría en investigación de operaciones en la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda; trabajando arduamente en los temas de comercio internacional. Tengo la certeza que Francisco Quiroga no usará su puesto para hacer turismo en Europa, como Granguillhome y sus amigos, sino fortalecerá las relaciones con Alemania y traerá múltiples inversiones alemanas a México.

El gobierno del presidente López Obrador está obligado a contar con un Cuerpo Exterior de carrera, el cual tiene su espina dorsal en el SEC; pero no tiene derecho a mantener al enemigo en sus filas y si el derecho de nombrar a embajadores comprometido con la transformación de México en los principales países.

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