NÚMEROS CLAROS

Los desafíos de una nueva década para la democracia en México

  • Durante las dos primeras décadas de este Siglo XXI, México estuvo gobernado por la derecha, cristalizada a través de los gobiernos del PAN y del PRI

 

No sólo inicia un nuevo año, sino una nueva década con enormes retos. La joven democracia de América Latina y el Caribe está en peligro; atrás han quedado las dos primeras décadas del Siglo XXI, las cuales marcaron el auge de los gobiernos democráticos y de izquierda en Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Ecuador, Bolivia y la Venezuela de Hugo Chávez; con una Centroamérica en con altibajos y un gobierno en Nicaragua que pasó del optimismo de la izquierda sandinista al conservadurismo de derecha y a la persecución de quienes hicieron posible la revolución en 1979.

 

Contradictoriamente, durante las dos primeras décadas de este Siglo XXI, México estuvo gobernado por la derecha, cristalizada a través de los gobiernos del PAN y del PRI; mientras que la derecha parece retomar impulso en América del Sur, en esta tercer década que inicia, en México hay un gobierno democrático y nacionalista, el cual ha rescatado el carácter popular y nacionalista desechado por el “Nuevo PRI” en su reconversión y ha retomado las banderas de las corrientes de izquierda, dentro de un movimiento político que ha sumado disidentes de todos los partidos bajo la bandera de la lucha contra la corrupción, la impunidad y los abusos de poder de una clase política que se extingue lentamente, en la medida que desaparece el “viejo régimen”, el viejo sistema político y social que hizo de México uno de los países más corruptos del planeta.

 

Es por esta razón que, en esta nueva década, hay enormes desafíos para la democracia mexicana. Por un lado, la derecha aguarda agazapada para lanzarse sobre los errores que cometa el presidente Andrés Manuel López Obrador y sus gabinete, para destruir todo lo que pueda construir y buscar la manera de presentarlo como absurdo, como medidas populistas, como proyectos desatinados, como ocurrencias y el resultado de un gobierno sin oficio y sin visión; por otro lado, la izquierda y los movimientos populares que apoyan al presidente calificarán de lentos y tibios los avances que puedan lograrse para profundizar la democracia en México, para hacer de ella una democracia participativa y transparente, donde sean los ciudadanos quienes decidan y no una clase política desde lujosas oficinas al margen de la realidad de millones de mexicanos.

 

Pero más que eso, el gobierno del presidente López Obrador tiene el enorme reto de desterrar la corrupción y hacer de su gobierno, por vez primera, un gobierno pulcro, honesto y transparente frente a la sociedad. Si bien aún queda mucho por hacer para esclarecer el destino real de millones y millones de pesos extraídos del erario hacia cuentas personales, también es cierto que ahora habrá que observar lo que se ha hecho con los recursos del presupuesto 2019 en realidad, para rendirle cuentas claras a la sociedad y demostrarle que no es más de lo mismo, que no sólo es un nuevo gobierno sino un nuevo régimen que enterrará al “Sistema” definitivamente.

 

Pero dentro de esos retos, indudablemente, el mayor de ellos será devolver la seguridad pública a la ciudadanía. El bien público colectivo más transparente en cualquier sociedad, la seguridad, por recibir cada ciudadano la misma proporción de ese bien, sin distinción de clases sociales, raza o religión, deberá ser la mejor guía e indicador, para que el gobierno federal oriente sus políticas y para que los ciudadanos midan el quehacer del gobierno.

 

Pero hay muchos desafíos en este año y en está década, entre ellos se encuentra también la política exterior mexicana, cuestionada ahora por los sucesos de Bolivia. Pareciera que aquellos años del gobierno de Benito Juárez, 1858-1872, se vuelven a vivir en Bolivia ahora, sólo que ahora no existe una monarquía a que puedan ofrecer su gobierno; pero lo relevante para México será hacer valer su política de no intervención en los asuntos internos de otros países y defender la dignidad de su policía exterior, de sus representantes y de toda la nación, frente al fantasma de los regímenes dictatoriales de los generales.

 

Pero de todo ello habrá que aprender, la democracia en México y América Latina está en peligro y hay que aprender de los errores cometidos en estas dos décadas que se han ido, para que el poder no corrompa a quienes lo ejercen, para que entiendan que las transformaciones no pueden centrarse en un solo hombre, sino en la capacidad de una organización para multiplicarlos y hacer de sus principios, de su moral, y de su vocación transformadora, un ejército que aseguré la transformación permanente de la economía y de la sociedad.

Related posts