“Nos amenazan los ‘narcos’ y el Gobierno”

Al padre Javier Pato Ávila le suena el teléfono con insistencia. “Me está llamando mi guardaespaldas, está preocupado porque no sabe dónde estoy”, explica él con naturalidad. El sacerdote de 74 años de la parroquia de Creel, Chihuahua, en pleno ‘Triángulo Dorado’ de las drogas de México, vive con cámaras de seguridad en su casa y su oficina, además de tener un hombre armado tras él, para evitar que lo maten.

Todo empezó un 16 de agosto de 2008 en el que 12 jóvenes y un bebé murieron, todos, de un disparo en la cabeza tras un ataque de ‘narcos’ en Creel. No pudo Pato Ávila aguantar más y comenzó a denunciar tanta barbarie: “Si uno callara, las piedras gritarían”, explica el religioso.

Al padre Marcelo le amenazan de muerte y hasta le han emboscado para matarlo. “Tenía todos los hombres rodeándome, entre las jardineras, pero me avisaron de que iban a por mí y me escabullí porque no me reconocieron”, recuerda.

El sacerdote, que vive en Simojovel, plena zona mísera de la sierra de Chiapas, se ha enfrentado al poder político y la corrupción movilizando en marchas a miles de personas de su localidad. “Ahora hay una tensa calma, y cuando hay silencio es más peligroso”, advierte un hombre que tiene claro a lo que se enfrenta: “Veo los coches y personas que me siguen, claro que tengo miedo, se ve muy clara la amenaza”.

Ambos curas, que luchan desde hace años en un púlpito que ellos sacaron a las calles, reconocen temer por sus vidas en unos días en los que tres sacerdotes y cuatro catequistas acaban de ser torturados y ejecutados en México.

La Iglesia, su base al menos, se ha convertido también en trinchera de una guerra de la que nadie escapa.

“La Iglesia católica está en todos lados, incluso donde domina el crimen y la droga. Ellos tienen armas y nosotros tenemos el evangelio”, explica monseñor Alfonso Miranda, nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal de México y hombre cercano al actual Papa.”Uno es humano y te mentiría si dijera que no temo y miro para atrás para ver si me sigue alguien, pero había una realidad de opresión y tortura, también del Ejército en sus operaciones contra los cárteles donde se quemaban casas y había abusos, que me obligó a levantar la voz”, dice el cura de Creel, que lleva 41 años ejerciendo el sacerdocio en la empobrecida e indígena sierra Tarahumara.

-¿Quién lo amenaza?

-“Me han amenazado grupos de delincuencia organizada y también el Gobierno estatal”. Al sur, en la sierra de Chiapas, por donde se pasa atravesando controles de carreteras con peaje de las comunidades zapatistas y se observa en puntos estratégicos los cuarteles militares que dominan el territorio sin adentrarse, el padre Marcelo se enfrenta a los que deberían ser sus guardianes:

“El anterior presidente municipal de Simojovel fue detenido con armas y drogas el 13 de junio de 2015 y fue liberado el 19 de enero por desistimiento de la causa penal por parte de la Fiscalía. Hasta la titular de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación cuestionó que no se hiciera nada”, dice este cura de 43 años que vive en territorio comanche.”Hay lugares donde el crimen domina, ¿qué debe hacer el sacerdote? ¿Debe irse o alzar la voz y ser acribillado?”, se cuestiona Miranda.

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