NO SE COMPROMETA CON NADIE

NO SE COMPROMETA CON NADIE

FAMILIA POLÍTICA

“Sólo los tontos se apresuran siempre a tomar partido.

 No se comprometa con ninguna posición o causa, 

salvo con la suya propia. El hecho de mantener su 

independencia lo convierte en el amo de los demás. 

Obtenga beneficios oponiendo a las personas entre sí”. 

Robert Greene.

En la política de nuestro tiempo, “los coquetos” pululan alrededor de las fuentes del poder y de personajes cuya estrella parece brillar, especialmente cuando se entiende que un nuevo cielo cobija a la patria. Se puede o no estar de acuerdo con que ésta que estamos viviendo, es la transformación que los aspirantes a Mesías y sus coquetos seguidores califican como la Cuarta, poniéndose con ello al nivel de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Francisco I. Madero. Estoy seguro de que la tan cacareada “Cuarta transformación”, es demasiado ambiciosa para proyectarse a los niveles históricos que pretende. No hay grandeza en sus protagonistas; sus miras son de miopes que pretenden igualarse con visionarios de largo alcance. Realmente sí existe una transformación, pero es algo parecido a la similitud que se da entre la Historia y las historietas; ávidos de grandeza aparecen personajes, personajes y personajitos en todo el territorio nacional, que levantan la mano con la esperanza de que alguien los vea, los llame y les ofrezca algún cargo dentro de la “nueva estructura” que, previa purificación, los legitime.

Estos sujetos y sujetas se comprometen con el primero que les habla al oído y ofrece las perlas de la virgen; claro que sí, hay un segundo, un tercero, un cuarto y todos los que sean, que en reconocimiento a sus dudosos méritos, los invite a probar “un cachito de gloria”, en lo que puede ser debut y despedida.

Frecuentemente comentamos con políticos serios de otros tiempos y llegamos a la conclusión de que las cosas ahora son diferentes; que las reglas de la política se rigen por otros principios, dignos de un análisis politológico de Max Weber, Geovanni Sartori o cualquier otro de ese nivel.

Tal vez, lo admito, estoy respirando por la herida, pero no creo. Alguna que otra personalidad valiosa, podría rescatarse dentro de esta vorágine de sujetos y sujetas que, como flores de un día, aparecen hoy y mañana nadie las recuerda.

La norma número veinte que aparece en el libro Las 48 Leyes del Poder, de Robert Greene y Joost Elffers, recomienda a cualquier aspirante a político: “No se comprometa con nadie”, lo cual me parece una sabia advertencia, pero de difícil observancia por una turba más ansiosa que los caballos en el arrancadero de un hipódromo: quieren correr, quieren jugar, no importan las derrotas, no importan los compromisos que se hagan, finalmente, desde el principio, esas promesas y compromisos están condenados a no cumplirse. Las lealtades no aparecen en los diferentes decálogos que cada aspirante a Mesías trae consigo como si fueran las nuevas “Tablas de la Ley”.

No comprometerse con nadie rodea al político (hombre o mujer), de un aura de misterio que lo hace deseable, como trofeo de guerra. Los acercamientos y desaires que los “cazadores de talentos” sufren cuando se acercan a un individuo o individua probadamente valiosos y éstos le dicen que sí, pero no dicen cuándo, por lo tanto, no se formaliza el compromiso. Un ejemplo de esto ocurrió con el famoso Tratado Mclane-Ocampo, cuando Don Benito Juárez y su brillante Ministro de Gobernación, chamaquearon a los gringos al hacerles sentir que un Tratado sin sustento jurídico, podría formalizar un compromiso internacional.

Lo mismo comentan los autores, en relación con la Reina Isabel I de Inglaterra (allá por el siglo XVI); del magnífico juego que supo hacer de su bella persona (flirteaba con lo más granado de solteros nobles del mundo entonces conocido), sin comprometerse con alguien, sin desalentar a nadie. Su máximo logro fue proteger a su patria y pasar a la historia como La Reina Virgen. 

En nuestra actual realidad, la principal razón para que un político nunca se venda, es porque nadie trata de comprarlo. Es cierto que una verdadera subasta se abre al paso de todo presunto poderoso que surca los caminos y veredas de La Sierra, La Huasteca, El Altiplano, El Valle del Mezquital… los viejos políticos se entiende que están desplazados, sin embargo, sus espacios siguen ahí; algunos buscan reivindicarse con otras siglas partidistas; los más estoicos, permanecen iguales, fieles a su espejo diario; como decía López Velarde: “Cincuenta veces es igual el Ave, ensartada en las cuentas del rosario y es más feliz que tú, Patria suave”. Mientras más difícil es convencer a un elemento valioso, más aumenta su valor en el mercado.

En conclusión: cuando el político obra con criterios éticos, le interesa el poder junto a su grupo; cuando le mueven objetivos pragmáticos aspira al triunfo, inclusive, en alianza con sus enemigos históricos.

Ante esta situación, cuando leí por primera vez la regla, me inspiró el siguiente 

Soneto

Si la esperanza no se satisface

Se intensifica la perseverancia.

De promesas sin tiempo vive el ansia,

Que en posibilidades se complace.

Te cortejan los mismos de tu clase:

Un líder ven en ti, de gran prestancia,

Otros grupos también, con elegancia,

Buscan tu compromiso en cada frase.

Permanece neutral, sin arrogancia;

Escucha las ideas que no compartes;

Acepta con madura tolerancia.


En Política, reina de las artes,

Un objetivo tiene relevancia:

El triunfo, con cualquiera de las partes.

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