
RETRATOS HABLADOS
Las redes de ductos subterráneos para la transportación de combustibles, que Petróleos Mexicanos tiene en suelo hidalguense son, no solo son gigantescas, sino que a ciencia cierta no se sabe con exactitud dónde se encuentran, lo que ha complicado desde tiempos inmemoriales mantener un operativo permanente para su cuidado. La tragedia registrada el 18 de enero de 2019 en Tlahuelilpan, debe guardarse en la memoria, pero también en el presente.
Porque la colocación de válvulas “hechizas” a los oleoductos de PEMEX son el pan de cada día en esa misma región de Hidalgo, y si no se ha presentado un hecho similar al del 19, es porque hemos corrido con suerte, no porque el actuar de bandas bien organizadas haya cesado.
Apenas el 21 de diciembre del año pasado, en Epazoyucan, se registró una nueva explosión, sin que por fortuna se reportaran decesos. Pero el hecho es que la “industria” del huachicoleo se mantiene pujante, con la evidente participación del crimen organizado, y un actuar todavía lento de las autoridades federales, responsables directas por tratarse de un delito de ese nivel.
El próximo 18 del presente mes, se cumplirán tres años de los acontecimientos de Tlahuelilpan, y por esa simple razón es fundamental una reflexión, en la que simplemente se entienda que el problema, lejos de estar resuelto, ha escalado hasta la participación de los cárteles de la droga.
Tlahuelilpan fue la conjunción de muchos factores, entre ellos la propia irresponsabilidad de la ciudadanía, que vio con buenos ojos hacerse de una buena cantidad de bidones llenos de gasolina, aunque sin un plan diseñado para hacerlo. Simplemente aprovecharon la ocasión, con las consecuencias que todos conocemos.
Hoy el escenario es muy diferente, porque ya no se trata de un accidente, sino de toda una estructura delincuencial dedicada a perforar los ductos, a vender combustibles a gran escala, y por lo tanto a generar toda una estructura de corrupción, pero con la intervención de la delincuencia organizada.
No olvidemos el 18 de enero, porque el problema es presente y los peligros han crecido ante la intervención directa de grupos delincuenciales.
Mil gracias, hasta mañana.
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