HOMO POLITICUS
La diabetes como enfermedad crónica no transmisible, está causando estragos en la población en México, ello, en gran medida por los hábitos alimenticios y culturales, que generan un escenario desfavorable para contrarrestar su expansión entre los ciudadanos.
Más allá de los hábitos alimenticios y su sentido cultural, se encuentra el hecho de que la alimentación “balanceada”, cuesta dinero y la mayor parte de la población no puede hacer frente a esto, incluso, cuando comer en México es un acto de sobrevivencia para la mayor parte de la población, que con problemas y de manera precaria, logra comer.
Empecemos por equilibrar el análisis.
México presenta 60 millones de pobres, que en los hechos, son una realidad que lastima al corazón, al menos, para los que pensamos en el otro y no dormimos como bebés ante la adversidad y miserable realidad en las que nos tocó vivir.
¿Cómo mierda pretende el gobierno que no hayan personas con diabetes cuando su historia de vida está marcada por la desnutrición, el trabajo a temprana edad e incluso, la desesperanza?
Este es un cuestionamiento de fondo.
No hay salud, allí donde la distribución de la riqueza es para uno pocos mientras los demás comen mierda.
No hay salud, allí donde se trabaja desde niño; allí donde se tiene que enfrentar la vida desde la infancia vendiendo chicles y periódicos o siendo sirviente.
¿Qué no apreciamos la realidad y que México se resquebraja ante la miseria, la pobreza y la desigualdad?
¿Se requiere ser muy inteligente para percatarse de que vivimos en una crisis social donde se ha negado toda oportunidad de vida a los que menos tienen, convirtiéndolos en seres del inframundo, en neoesclavos de nuestra maldad e indolencia?
Es positivo advertir que para México la diabetes en un problema mayúsculo, pero es más significativo advertir que la mayor parte de la población vive en la pobreza y que esta es la gran pandemia de México.