
OPINIÓN
Alguna vez leí en una publicación sosa de Facebook un intento de fábula que algunos dan como cuento o reflexión sobre un alacrán que quiere cruzar el río y una rana ingenua que, a pesar de conocer el riesgo le cree al arácnido, lo echa en la espalda y a medio río siente un piquete que la paraliza por completo, y el único argumento del alacrán es que “es su naturaleza” y a pesar de que la convenció con el argumento de que si le picaba él también moriría, al final de cuentas mueren los dos por la “natura” del mal bicho.
En Hidalgo hay animales que son más peligrosos que los “lincer” que según “Doña Lucha”, son los más ponzoñosos de Tlaxcala, en Hidalgo; hay personajes a quienes la simple comparación con un alacrán resulta ser un gran insulto, pero para los arácnidos que al menos cumplen una función en el ecosistema y la cadena trófica. Imagínese que de pronto a un bicho se le comparara con un Francisco Xavier… pos no más no.
Y es que no tiene la culpa el Diablo sino quién lo hace compadre, ahí están los panistas, los priístas, los morenistas, los convergencistas, y demás partidos políticos que sabiendo como era, le abrieron las puertas al “cantante”. Un perfil tan nefasto del que no se puede esperar mucho, pero aún sabiendo esto, le siguen dando cabida al oportunista y vividor de la política o mejor dicho, de las campañas políticas.
En la historia, el alacrán dijo a mitad de río, “lo siento, es mi naturaleza” (y se hundió con la rana), mientras que el cantante espera llegar a la otra orilla para picar a la rana que lo transportó (y la deja que se hunda sola). En esta ocasión, la rana ha sido don Andrés Caballero Zerón, diputado suplente en la 65 Legislatura, quien con toda la ingenuidad del mundo, aseguró creer en la promesa del cantante nomás porque el Pancho Xavier se la hizo frente a un ser que dijo ama y respeta mucho.
Pos ya se vio que ni ama ni respeta a esa persona o de plano el Paquito Xavier estaba haciendo cruz con los dedos mientras prometía no regresar al Congreso Local en donde por cierto, no hizo nada, y ahora que ha visto la oportunidad de llevarse otra maleta de dinero negociando su “no regreso” al Congreso Local no ha querido desaprovechar la oportunidad y ha comenzado a picar con que regresa y que no lo hará como diputado de Morena sino de Movimiento Ciudadano o independiente según se pueda torcer la ley y lo que dicte el dinero que reciba y de quién lo reciba.
Porque como siempre se ha sabido, el siempre candidato perdedor no vive del trabajo que se realiza en los cargos públicos sino del dinero que puede sacar en cada campaña política o en cada negociación y como ahora las siguientes campañas son hasta el 2024, no sabe qué inventarse para hacerse de más dinero, que obviamente le cuesta a los hidalguenses.
Así es esta historia de ranas y alacranes, y de bichos que son más ponzoñosos que el mítico “lincer” de Tlaxcala, lo que de ahora en adelante nos debe sorprender no es de lo que es capaz el bicho con complejo de cigarra cantora que sabrá Dios dónde se esconde cuando no hay campañas, sino quienes serán ranas ingenuas y las picará, porque de que todavía hay algunas, seguro las hay y no… ¡No aprenden!