LAGUNA DE VOCES

Ahora ya no amanece. Los días se suceden unos a otros sin separación, sin que exista un espacio que nos dé la certeza que la vida continúa, termina, o simplemente se detiene, igual que la natural sucesión de minutos y horas. Hasta que pasó eso, lo que todos conocen y han visto crecer en sus existencias, y aceptaron como verdadero, sin la menor posibilidad de averiguar si era verdad.

Insistieron en que cada hecho podía ser verdadero y falso al mismo tiempo, hasta que confirmamos que la realidad, necia por supuesto, dejó de creer en lo que dijeran los humanos, y suspendió toda posibilidad de conocer nada. Así que ya no amanece, y es noche eterna, insondable, a estas alturas desesperante. Porque no hay una sola verdad, no hay una sola mentira, y de tanto relativizar las cosas, desaparecieron.

Caminamos despreocupados, sin preocupación alguna, hasta que topamos con el espacio vacío, donde no hay nada, donde se redescubre que navegábamos sin rumbo, pero tal vez con un camino previsto en la esperanza.

Y hoy no hay nada.

No importa lo que digan, lo que griten, porque siempre existirá la posibilidad de insistir en el sí, pero que puede ser no. Y no, no hay nada.

Por eso no amanece.

No amanecerá.

Tinieblas hasta quién sabe cuándo. Tinieblas cada vez más y más densas, casi paredes, que no dejan pasar el sonido, la luz, ni el viento.

Así que no habrá forma de tener siquiera esperanza, de que la luz renacerá.

No amanecerá.

Porque ahora es cierto que de tanto pronunciar una mentira, se hacer verdad; y pronunciar verdades, se hacen mentiras.

No amanecerá.

No amanecerá.

No amanecerá.

Mil gracias, hasta mañana.

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