¡NO A LAS BARRAS! 

ALFIL NEGRO

En México tenemos nuestra música que es la ranchera y apreciamos la de otros países por el valor universal de este arte, y en Hidalgo tenemos como parte de nuestra identidad los huapangos que nos definen como seres musicales y por lo mismo nadie puede venir a decirnos que cambiemos “Las tres huastecas”, “El hidalguense” o “Amanecer huasteco” por tangos, o expresiones musicales de otras partes.

De igual manera los mexicanos, y sin duda nosotros los hidalguenses, tenemos nuestra manera de celebrar y manifestar nuestra alegría, con nuestra música y nuestra comida, que no por algo el 16 de noviembre del 2010 fue declarada patrimonio inmaterial de la humanidad. 

Tenemos valores que nos dan identidad y que nos hacen ser hidalguenses, sin tener que imitar o copiar otras maneras de ser porque dejaríamos de ser lo que somos.

Por eso y hablando del caso del estadio “La Corregidora”, donde la violencia retrato al final de cuentas a un país sumido en ese ambiente, bien vale la pena relacionar ese hecho con Hidalgo, porque en una decisión que ya se ve que no fue la mejor, el club Pachuca importó un modelo de animación que nada tenía que ver con las maneras y modos que se tienen en México, y por lo mismo en nuestro estado, muy lejos de LAS BARRAS ARGENTINAS, que reflejan otro modo de apoyo y de animar, que muchas veces termina en violencia.

El modelo fue importado por el Pachuca y al principio divertía ver a ese grupo brincando y animando, aunque más temprano que tarde empezó a mostrar su rostro de violencia y agresión.

En Querétaro fueron dos barras las que se enfrentaron con los resultados que todos conocemos.

Las barras no valen la pena por lo que provocan entre los aficionados y el fútbol.

Deben desaparecer por el bien de este deporte, para dar paso a los modos mexicanos e hidalguenses de animar.

Se han convertido en grupos violentos a los que el aficionado común les teme porque al estadio se va uno a divertir muchas veces con la familia, y esos grupos ahuyentan las ahuyentan y se convierten en escuelas de violencia para los pequeños.

Y no es  que no deba haber animación, claro que sí, pero a nuestro modo y modo de vivir.

Pero eso lo deciden los directivos del fútbol, las autoridades y los dueños de los clubes.

Ojalá y decidan bien.

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