• Comienza la cuenta atrás para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para evitar unas terceras elecciones
Recibió el encargo de formar el próximo Gobierno en un escenario en el que será muy difícil desbloquear la situación
Jerusalén.- El día siguiente de los comicios del 17 de septiembre Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí se ató las manos, amarrando su destino al de sus socios tradicionales y dejando apenas lugar a un pacto de gobierno de unidad.
Según los analistas, las posibilidades de que lo logre son ínfimas. También podría serlo su interés en conseguirlo, con un reparto de escaños y un calendario para enfrentarse a los casos de corrupción que se le atribuyen. Puede ser que le resulte más positivo buscar una nueva cita en las urnas.
El periodista Moran Azulay aseguró ayer que inmediatamente después de que Netanyahu recibiera el miércoles el encargo del presidente de Israel, Reuvén Rivlin, altos cargos de su partido, el derechista Likud, empezaron a presionar a miembros del Partido Laborista para convencerles de que este abandone el bloque de centro, izquierda y árabes y se una al de derecha, ultraderecha y ultraortodoxos que encabeza el primer ministro.
Esto indicaría que Netanyahu mantiene aún las esperanza de lograr un gobierno con sus socios tradicionales, más algún apoyo externo que sustituya al que tenía del partido derechista y laico Israel es Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman (que se niega a sentarse de nuevo con los partidos religiosos en un Gabinete), en vez de tener que pactar un ejecutivo conjunto con la coalición centrista Azul y Blanco, que encabeza Benny Gantz y que fue la formación más votada en los comicios.
