Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín Neruda, siempre Neruda

Neruda, siempre Neruda

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HOMO POLITICUS

 

Neruda, siempre Neruda en el corazón de la literatura universal. Más allá del galardón del Premio Nobel, Neruda dejó huella porque fue el poeta del amor y los desamparados, de la belleza que impone el ser humano, de todo aquello diminuto que sólo puede ser apreciado a través del sentimiento, a través de lo que no puede ser mancillado.

La muerte de Neruda quedó en entredicho en el advenimiento de la dictadura militar de Pinochet, que sin duda incidió en su muerte y, ahora hay pruebas sobradas a nivel pericial para señalar que es más que probable que Pablo Neruda haya sido asesinado y, que no haya muerto debido al cáncer de próstata que ya padecía.

La dictadura de Pinochet lo vio no sólo como un enemigo potencial sino efectivo, porque Neruda no sólo era un poeta sino un activista social que buscaba la igualdad social, cuestión que iba en contra del fascismo y el militarismo de la dictadura chilena.

El poeta falleció en circunstancias extrañas, su casa fue saqueada por la dictadura, se le sepultó bajo resguardo militar y en el sigilo de la infamia, se trató de ocultar la verdad de su muerte y se impidió de facto ser leído en Chile, había que borrar las huellas de un luchador social como lo fue Neruda.

Pero no se puede borrar el aire o el sol, no se sepulta la razón como tampoco el valor o la dignidad; Neruda pervive en la memoria no sólo de Chile sino del mundo, en cada biblioteca, escuela, casa, en los cafés donde los enamorados buscan refugio para salvaguardar su amor de los mirones o los que no admiten los suspiros de alma.

La historia no concluye aquí, en Chile no se ha esclarecido la verdad con respecto a la muerte del poeta Pablo Neruda, desde luego no puede quedar impune no importando los años que han trascurrido desde su deceso.

Aún palpita en el corazón ese aliento que susurra “puedo escribir los versos más tristes esta noche”.