Neoliberalismo: recuento de daños

CONCIENCIA CIUDADANA

    •    “La memoria es la lucha contra el poder y el olvido”

Milan Kundera

Han pasado muchos años desde que el llamado “neoliberalismo” se cebó sobre la sociedad mexicana dejando una profunda huella en todos los órdenes de la vida. Lo que es peor, para ciertas regiones o grupos sociales el daño fue más fuerte que para otros, debido a las condiciones adversas que ya venían arrastrando y que, lejos de superarse con el sistema surgido con el capitalismo salvaje propugnado por el  nuevo orden terminaron por agudizarse y multiplicarse, aun cuando el maquillaje de la modernización intentara ocultarlas.
    Una de las estrategias utilizadas para imponer el neoliberalismo a partir de los años ochenta, cuando el gobierno encabezado por el PRI aceptó echar abajo el estado de bienestar surgido con la revolución mexicana, consistió en dividir y controlar a los sectores sociales y a los movimientos históricos que dinamizaban la vida nacional. La operación resultó exitosa, pues  los promotores mexicanos del neoliberalismo -incrustados en el sector público por sus padrinos nacionales e internacionales-, supieron aprovechar el aparato corporativo con el que el decadente régimen priísta ejercía un control avasallante sobre la sociedad mexicana, así como con la cooptación de numerosos críticos y luchadores sociales mediante eficientes y eficaces mecanismos de sometimiento a sus designios. 
    Además, en sentido contrario a los de otras latitudes, lejos de someter su modelo de gobierno al voto libre, el neoliberalismo mexicano simplemente se montó en el viejo aparato partidista de sus padres y abuelos para alcanzar el control del estado mexicano mediante los fraudulentos métodos electorales de antaño. 
    Otro factor heredado que favoreció la conquista del Estado Mexicano por parte de los neoliberales fue la ficción de la división de poderes con la que sus antecesores garantizaban la continuidad del proyecto revolucionario; sometiendo al legislativo y al judicial al poder presidencial y haciendo de éste el factor clave para el control de todos los sectores del país. En su momento, los neoliberales idearon un nuevo sistema político-electoral que sin embargo, dejó intocada el presidencialismo, pues a pesar de las distintas reformas electorales, legislativas y judiciales,  en los hechos, el poder ejecutivo continuó imponiéndose a los otros, aunque cada vez con mayores dificultades; lo que no fue obstáculo para que el último presidente neoliberal lograra sacar adelante las llamadas “reformas estructurales” exigidas por el capitalismo, pese al evidente rechazo de la sociedad.  
    Otro instrumento que los neoliberales recibieron en herencia de sus antecesores fue el arma mágica de la corrupción. Ya Álvaro Obregón presumía ser menos ladrón que sus adversarios porque le faltaba una mano, pero lo que en el viejo régimen autoritario fue un lujo, en el neoliberalismo se volvió necesidad. “El que no transa no avanza” se decía y  la corrupción se convirtió en una segunda naturaleza de todo el espectro político y las elites burocráticas hasta lograr, finalmente, que nuestro país alcanzara uno de los primeros lugares en el mundo en materia de impunidad y corrupción.
    Así pues, nos llovió sobre mojado: a los males del pasado remoto le sucedieron los del pasado reciente, pues quienes gobernaron bajo la sombra del PRI neoliberal se beneficiaron de los usos y costumbres del viejo PRI autoritario y violento que no sólo no desapareció, sino se consolidó bajo un engañoso disfraz democrático. 
    Ha llegado, pues, el momento de hacer un recuento de los daños sufridos a lo largo de la oscura noche del neoliberalismo pues, como solemos repetir una y otra vez  en éste espacio, de no aprender del pasado corremos el riesgo de repetir sus mismos errores y no estamos exentos de caer en tal  situación, si consideramos que no sería la primera vez que quienes fueron derrotados por un movimiento popular sean los que, finalmente, terminen por apoderarse de su dirección; habida la capacidad de mimetismo que ha distinguido a las élites criollo-conservadoras en la historia de México: Iturbide, general realista “consuma” la independencia y se hace nombrar emperador; Díaz, general reformista, se hace presidente rebelándose a la autoridad civil sólo para quedarse más de 30 años en la presidencia y Carlos Salinas de Gortari, niño mimado de la elite burocrático-financiera del viejo régimen, se alza con la presidencia haciéndose pasar por el primer modernizador de México y rebasando por la derecha a las corrientes contrarias a su proyecto privatizador. 
    ¿Resulta fatal que así sea? No lo creemos; pero si la memoria colectiva elude la tarea de pensar y reflexionar su pasado, dando sentido y significado a los acontecimientos que conforman su historia, difícilmente podrá  imaginarse un proyecto alternativo al que los poderosos marcaron con sangre y fuego en nuestros cuerpos y almas durante tantos años. Basta vernos en nuestro propio espejo: los hidalguenses participantes en las luchas democráticas, hemos permanecido aislados y divididos, como si no tuviéramos nada que decir y hacer frente al avasallador dominio que ejercen aún las fuerzas del pasado; mientras que éstas toman ya posiciones para el próximo reparto del poder público; algunas, intentando hacerlo hasta con la bandera de la cuarta transformación.    
    En resumen, el primer paso del cambio democrático se ha dado ya, gracias a la feliz concurrencia del líder necesario y una sociedad dispuesta al cambio, lo cual no significa que se haya logrado ya la transformación política y, mucho menos,  económica  y social esperada; porque ni siquiera nos queda claro el tamaño de los daños ni la capacidad social para repararlos y las alternativas para salir adelante. Al menos en Hidalgo no contamos con tal información.
    Se hace pues, urgente la necesidad de que los memoriosos que vivieron y padecieron la acción terrible del régimen desplazado -pero aún no derrotado-, emprendan un ejercicio colectivo  de recuperación de ese pasado aportando sus recuerdos y reflexiones como un elemento más de la formación de una conciencia social democrática, crítica y transformadora que abra las puertas a un futuro más promisorio para nuestra sociedad. 
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS CON NOSOTROS, A TODOS ELLOS.

Related posts