Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín Neoesclavismo: la cara oculta del mercado

Neoesclavismo: la cara oculta del mercado

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HOMO POLITICUS

El neoesclavismo es una forma velada de sujeción y explotación humana; presenta mil rostros, en su mayoría como opresión y ultraexplotación

En un mundo en donde se cacarea la libertad e igualdad como signo de tiempos de progreso social, el abismo nos muestra el verdadero rostro de la inequidad humana en el neoesclavismo.

El neoesclavismo es una forma velada de sujeción y explotación humana; presenta mil rostros, en su mayoría como opresión y ultraexplotación, la cual priva por diferentes medios la libertad de una persona desde una actividad laboral.

Es conocido que ante la prosperidad de países árabes y europeos, las migraciones económicas son habituales frente a la realidad descarnada de los países pobres; pero esta realidad encierra grandes historias de la inequidad y el abuso social, el neoesclavismo es una de ellas.

En los países industrializados los contratos de palabra o escritos suelen convertirse en camisas de fuerza, aunado a que en el caso de los migrantes e incluso de las personas del propio país, suelen amparar abusos de todo tiempo, en los cuales la explotación y las violaciones a los derechos humanos son una práctica habitual. Pensemos en la explotación de los niños en América Latina, donde la explotación del trabajo infantil es evidente y está protegida por gobiernos y sectores sociales que se benefician de ella.

Sobresale de esta mierda, el hecho de que las cadenas de trabajo ampliamente explotado son también cadenas que margina y provocan pobreza; el trabajo no libera de la pobreza, al menos no el trabajo que explota a los seres humanos. También, la variable legal es consustancial a la explotación, todos sabemos que los salarios mínimos son salarios de hambre, índices perversos que esconden la miseria humana con el rostro de la “igualdad legal”.

El neoesclavismo es una realidad que se incrementa a pasos agigantados, la razón de ello estriba, en que los gobiernos están en contubernio con los grupos que se benefician y que amasan grandes fortunas a través de la explotación sin escrúpulos, afianzando las cadenas de sujeción y explotación del tejido social más vulnerable y el cual se encuentra en la pobreza no  por ser incapaz o por estupidez, sino por el determinismo político y económico que prima en las sociedades “modernas”.