#ENTREVISTA ESPECIAL
CONÓCELO
Nombre: Ignacio Trelles.
NACIMIENTO: 31 de julio de 1916, Guadalajara, Jalisco.
CARRERA COMO JUGADOR: Debutó en 1934 con Necaxa. Jugó en América (1943-46), Monterrey (1946), Vikings de Chicago (1948) y se retiró con Atlante (1948).
CARRERA COMO DT: Debutó en 1950 con Zacatepec. Dirigió a Marte, Cruz Azul, América, Toluca, Puebla, Atlante, UdeG. Se retiró en 1991, con La Franja.
MÚSICA FAVORITA: Ópera
ÍDOLO: Pelé
Cifras
3 MUNDIALES dirigió al Tri (Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966)
117 PARTIDOS comandó a la Selección mexicana
7 TÍTULOS de Liga tiene Nacho: Zacatepec (2), Toluca (2), Cruz Azul (2) y Marte (1); acumuló 15 en total como técnico
1083 DUELOS dirigidos en Primera División, un récord
Polémico, lúcido, con buen sentido del humor. Por dentro, Ignacio Trelles es el mismo a unos días de su centenario de vida. Los cambios los lleva por fuera: cabello cano sin su tradicional cachucha, espalda encorvada, rostro surcado. Desdibujado su bigote estilo Tin Tan, camina apoyado en una andadera de metal que le sostiene los años. Se sienta en la sala de su hogar e inicia la charla que descubre a Don Nacho como un genio humilde.
Es el técnico que logró el primer punto y la primera victoria para México en los mundiales; nadie como él ha dirigido al Tri en tres copas del orbe ni ganado tantos títulos (siete) de Liga, pese a que se retiró como entrenador en 1991.
Los años dorados de Cruz Azul —club en el que actualmente trabaja como asesor de fuerzas básicas—, no se pueden entender sin este hombre que bordó dos estrellas en la playera celeste en los 70. El prestigio del América se forjó bajo su mando. Mas él descarta ser una figura.
“Me siento una leyenda a medias, pues la prensa me criticó mucho”, dice sobre cuando los reporteros resaltaron lo negativo de su paso en el Tricolor (el 8-0 en un amistoso ante Inglaterra, un esquema defensivo en el Mundial de 1966 y resultados adversos previo al de 1970).
Don Nacho se niega al elogio mientras reposa en su casa de la colonia San Miguel Chapultepec, a donde su padre, un electricista de tiempos de la Revolución, lo llevó a vivir desde niño. Lo escoltan fotos de su matrimonio con Consuelo, quien murió en 2015. Con ella procreó cuatro hijos: Eduardo, María Eugenia, Ignacio y Leticia. Tiene seis nietos y tres bisnietos.
Manuel Lapuente, uno de sus pupilos y de los técnicos más reconocidos, afirma que Nacho fue un adelantado a su época, pues la formación 4-4-2 que puso en práctica en el Mundial de 1966 fue desarrollada por casi todas las selecciones del planeta 30 años después.
Pero Trelles se deja aconsejar por la modestia. “Mi legado es reducido, porque va dirigido a pocas personas en el fútbol; no a todos convence uno y es imposible ser querido por todos”.
Y reflexiona: “Cumplí con un buen lugar dentro de los entrenadores. Como yo veía el fútbol los demás no lo veían, aunque tuvieran buenos jugadores”.
Amante del basquetbol, Nacho usó ejercicios del deporte ráfaga en las prácticas de fútbol y balones de americano para entrenar a los porteros. “Nos divertía y daba acondicionamiento físico”.
También es conocido como el sabio de las formaciones. “Cuando empezaba yo había tres defensas, a mí se me ocurrió poner a cuatro. Resultaron novedades y lo importante era que ganaba”.
Hizo campeón dos veces a Zacatepec, Cruz Azul y Toluca, así como una ocasión al Marte. Pero no espera un homenaje por parte de la Federación Mexicana de Futbol. “Me gustaría, pero no es una necesidad. Ya lo hubieran hecho; se han tardado”.
EXTRAÑA BAILAR. En el amanecer de su siglo de vida, Nacho se suelta como pocas veces lo hizo cuando era entrenador. “Al tener 100 años se siente uno orgulloso o muy favorecido por la suerte, pero a gusto, pues no hay problemas de salud”, más allá de la lesión en la pierna que arrastra desde 1948 y que le que truncó su carrera de jugador.
Se reconoce obsesivo del orden, puntual. Y celoso, sobre todo con su amada Consuelo. “Su papá trabajaba en una fábrica de uniformes para soldados, donde yo era empleado. Llevó a trabajar a su hija ahí, nos hicimos novios, pero me fui a Estados Unidos y le pedí a su papá que la sacara porque era peligrosísimo… había muchos hombres”.
Siempre se mantuvo alejado de la política. Lo más cerca que estuvo fue cuando el presidente Pascual Ortiz Rubio saludó a su palomilla cuando jugaba fútbol de pequeño en su colonia. O cuando Gustavo Díaz Ordaz le dijo mientras abanderaba a la Selección para los Juegos Olímpicos del 68: “Lo voy a contratar en mi gabinete, para que le echen la culpa de todo lo que pasa en el país”, cuenta.
Alguna vez fumó, pero su vicio es bailar. De ahí que su deseo de cumpleaños ya no sea ver campeón a La Máquina, club de sus amores: “Me gustaría aliviarme totalmente de mi rodilla, porque eso me impide hacer cosas que me gustaban. Extraño bailar”.
De joven, “iba a todos los salones de baile del DF. Bailaba bien, pero veía a otros que bailaban muy bien”, comenta entre risas.
VIAJE CON PELÉ. Nacho cuenta que olvidó muchas anécdotas. Evoca con dificultad cuando “expulsó” al árbitro Arturo Yamazaki en un América-Puebla. Cuando el silbante lo echó, Trelles permaneció en el campo y el nazareno le increpó: “Se va usted o me voy yo”. Él respondió: “Váyase usted, yo estoy a gusto”. Yamazaki se fue.