PEDAZOS DE VIDA

Es que a mí me ha gustado siempre escuchar música en mis audífonos.

Quizá no había puesto atención, hasta ahora, de que esta situación me ha traído varios problemas a lo largo de la vida, desde la ocasión que por escuchar música no oí al carro de la basura que pasaba los días viernes, debido a eso nos tuvimos que quedar con la basura una semana más y en pleno mes de calor.

Fue horrible, porque a pesar de haber dejado el costal en la zotehuela, el hedor lograba llegar hasta la sala y a veces se filtraba hasta las recámaras.

Sí, la madriza que me acomodó mi madre es lo que me hace recordar esta situación, todo porque, en lugar de haber escuchado al carro de la basura, estaba metido en un mundo musical que muy pocos podrían entender.

Desde chico, me gustó la música, no aprendí a tocar instrumentos ni me gusta cantar, pero escuchar la música me provoca diversas reacciones, siempre me gustó escuchar música, pero no cualquiera, sino esa que no todos quieren escuchar.

Una vez el chófer del autobús tomó una ruta alterna y en lugar de haberme acercado a mi destino me dejó dos pueblos más adelante, dicen que preguntó si alguien bajaba en alguna parada pero como yo tenía los audífonos no escuché y ni siquiera abrí los ojos.

Cuando desperté estábamos saliendo de la autopista y el lugar a donde iba estaba a kilómetros atrás, no tenía más dinero y ese trayecto me costó dos horas de camino en plena tarde de invierno.

Fueron varias las situaciones que me tocaron vivir, dicen que nunca aprendí a separarme de la música, quizá por eso no escuché el camión que me ha traído hasta acá, quizá por eso no escuché los gritos ni las advertencias, quizá por eso he comenzado a escuchar música nueva.

De todas formas, hace tiempo que caminaba sin existir.