MUNDOS DIFERENTES

“La buena vida es cara.

Hay más barata, pero ya no es vida”.

Víctor Briseño.

 

Mi siempre recordado amigo, José Luis Guevara Moctezuma (Q.E.P.D.) hablaba con profundo respeto de lo que su padre le decía: “Si tienes diez  compañeros de trabajo y todos ganan un peso, tendrás diez amigos.  El problema comenzará cuando seas el primero en ganar uno cincuenta”.  Así de sencilla es la diferencia entre el comunismo primitivo: sociedad sin clases sociales y el inicio del capitalismo. Entre dominantes y dominados,la envidia y la admiración, interactúan, difieren, se confrontan, se identifican…

 

Desde la escuela se comienza a proyectar lo que será la futura división del trabajo.  En todo grupoexisten, por ejemplo, quiénes sienten vocación por manejar dinero; otros, disfrutan golpeando a los débiles (para proteger al popis, o por simple afán de poder); algunos más son expertos en el chisme y la intriga ante los profesores, para poner en mal a quienes les “caen gordo”.  La que siempre será relevante es una casta privilegiada, con dos vertientes: los muy inteligentes y los muy ricos.  Se visualizan en este párrafo las figuras de: el contador, el policía, el político, el “hijo de papi”, el “nerd”…

 

También, más fácil es en las escuelas de Gobierno, identificar dos extremos, excluyentes o complementarios: niños pobres y niños ricos.  Los primeros llevan dinero en la bolsa y usan juguetes caros; los segundos gastan lo indispensables y tienen juguetes baratos. Hay un tercer grupo que no tiene dinero ni juguetes.

 

De los anteriores grupos, pocosindividuos llegan a la Universidad. En las aulas, cada quien teje su propio triunfo o siembra su inminente fracaso.  Con esta amalgama se modelan los estratos sociales:todos somos ciudadanos, jugamos un rol dentro de la división del trabajo.“Infancia es destino y juventud, proyecto”.

 

Siendo mi madre, Maestra rural, fui formado en la “cultura del cheque quincenal”.  En mi horizonte no cabía otro futuro.  Así,una larga carrera como servidor público comenzó al recibir mis primeros emolumentos como Profesor de Educación Primaria.  Desde entonces no me ha caído la maldición del Tlacuache Garizurieta: “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.  Juro que en esta afirmación no hay cinismo.  Estoy consciente del desprecio que los asalariados del sector público generamos entre los miembro prominentes de la iniciativa privada.  Se considera, injustamente, que todo trabajador al servicio del Estado es, por definición un parásito.

 

El estrato de los “triunfadores”, ya sea que provengan de la iniciativa privada o de el Sector Público, está formado por miembros de la llamada “cultura del esfuerzo”.  Su objetivo es “vivir bien”.  Este concepto contempla toda una gama de posibilidades.  Hay quienes llegaron a la cúspide por el camino de la cultura; otros gracias al pragmatismo puro.  Para los primeros vivir es saber (libros, museos, teatro, estudio constante…) para los segundos basta con saber vivir, comer, beber, bailar, divertirse con frivolidades: ropa cara, zapatos de marca, joyas, relojes, bolsas de mano.  En los últimos años se ha puesto de moda la “cultura del viajero”: Si no has viajado no existes; careces de tema para conversar; para apantallar; para mostrar estatus; presumir de culto; visitar casinos y centros nocturnos…

 

En este escenario, vino a mi memoria una imagen amada y odiada con igual intensidad por el pueblo argentino.  Fue la segunda esposa del tres veces Presidente, Juan Domingo Perón.  De origen muy bajo socialmente, producto de una relación extramarital de su Padre, en una sociedad ultraconservadora. Con una modesta carrera como actriz, encabezó el movimiento político más importante de aquel país austral.  Desafiante y poco convencional, incitaba a toda la oligarquía en su contra.  Se dedicó en cuerpo y alma al trabajo social.  Su especial gusto por la moda la llevaba a gastar verdaderas fortunas en ropa y joyas.  Ella decía que representaba a todas las mujeres argentinas, así fueran las más humildes de las humildes.  En los extremos de esa sociedad de “descamisados”, era una Santa… o un Demonio.  El infelizaje, le exigía que al hacer actos de caridad, llevara puestas sus alhajas y sus carísimos abrigos.  El desprecio, el odio lo recibía de los ricos, no de los pobres.

 

En la actualidad, dentro del mundo oficial, siun mexicano, o una mexicana, viaja para cumplir una altísima misión diplomática en representación de su pueblo, sería absurdo que llegara, por ejemplo, al Palacio de Bukinham, vistiendo una cotorina de Chiconcuac y/o llevando en su morral una olorosa torta de chorizo.  La diplomacia tiene sus reglas y estrictos protocolos.  Representar al pueblo con decoro y donaire, no lo hace quien quiere; sólo quien puede.  No hay deshonestidad ni dispendio, cuando las cosas se hacen con éxito y gran reconocimiento internacional.

 

Es absurdo creer que las clases medias y las económicamente bajas de la población se ofenden al mirar los lujos de un mundo diferente al suyo.  Sólo hay que ver como algunos poderosos, reales o ficticios, se convierten en ídolos por el educativo fenómeno de las telenovelas: mansiones junto a las cuales la Casa Blanca de Carmen Salinas y otras, son auténticos cuchitriles: carrozas antiguas, automóviles Audi, Mercedes Benz y hasta Rolls Royce.  Relojes Rólex que se insinúan en juego con costosas mancuernillas; Tratados y Convenios que se firman con plumas Mont Blanc…  Son universos de sueños, muy lejos de la consciencia revolucionaria, que algunos profetizan, más por dictado de sus propios deseos, que del análisis político.

 

Seamos serios… Es la moda, la opinión se confunde con la verdad.  Cualquiera se siente obligado a hablar mal de los hombres y mujeres en el poder.  El chiste viejo, el lugar común, la alusión malévola reviven como “gran lanzada a moro ausente”. Pocos nos atrevemos a alzar la voz en defensa de las investiduras republicanas¡Cuidado con la autodenigración!

 

A quienes pretenden ver a México en los espejos de Venezuela, de Brasil o de cualquier país del mundo donde el caos impera les recuerdo: “golpe que no tira fortalece”.

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