Mujeres policías, de la elegancia a la rudeza

Mochilazo en el tiempo

El primer agrupamiento femenil dedicado a la atención pública en la Ciudad fue creado en 1969. Sus tareas eran totalmente diferentes a las que desempeñan hoy en la policía capitalina

Hace 48 años, el llamado Departamento del Distrito Federal dispuso la creación del Cuerpo Femenino de Vigilancia y Protección, el primer grupo de mujeres policías dedicado a la atención ciudadana.
Con uniformes muy a la imagen de Jackie Kennedy, este elegante grupo fue pensado como una combinación entre edecanes y personal de vigilancia para el Bosque de Chapultepec, pero fue tal su éxito que el gobierno de la capital extendió las acciones de este grupo a otros parques y jardines representativos de la Ciudad de México, logrando con ello una atención más cercana a turistas y para mantener el orden público.
Al igual que hoy, la selección de las integrantes exigía determinada estatura y complexión, pero debido a su función orientadora se pedía que tuvieran dominio de uno o más idiomas ya que en su formación se les impartían cursos de historia de México y la relevancia cultural de los sitios que vigilaban.
En cuanto a su preparación física, tomaban clases de judo y karate, además de cursos de primeros auxilios. No estaban armadas, pero contaban con radios portátiles. Muy temprano, las integrantes del cuerpo pasaban lista en el parque que les correspondiera y, después, se distribuían por los andadores y alrededores de la zona.
Con el paso del tiempo, las mujeres fueron asumiendo responsabilidades cada vez mayores dentro del cuerpo policiaco. Ya no sólo cuidaban parques, sino que ya tenían células especializadas al cuidado de zonas escolares, recreativas y también empezaban a incursionar en operaciones especiales o ser parte del grupo de granaderos.
Para 2010 ya había más de 14 mil mujeres policías distribuidas en diversas áreas y empezaban a sobresalir nombres de mujeres ocupando altos mandos de la Secretaría de Seguridad Pública. Ese mismo año se aseguraba que había subido un 20% la participación de las mujeres dentro de la policía.
Sin embargo, ciertas tradiciones internas seguían sin reconocer el acceso de la mujer al mundo policiaco, como lo sucedido en 2013, cuando la granadera Raquel Almazán ganó el concurso de tiro, pero no pudo ser recompensada económicamente (a diferencia de sus compañeros hombres), porque las reglas de la competencia no contemplaban la posibilidad de que una mujer saliera victoriosa: “Sólo me dieron las medallas. El hecho de yo haya ganado quiere decir que soy buena, sería bueno que también nos reconocieran”, comentó en ese entonces a EL UNIVERSAL.
María Elena Morera en su artículo Mujeres policía señalaba las problemáticas por las cuales seguían pasando las policías en todo el país: la disparidad salarial, el acoso sexual, las dificultades que se viven en el proceso de admisión a la academia y la vida profesional.
En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en 2016, Hiram Almeida, director de la SSP-CDMX, reconoció ante sus elementos femeninos que aún hacía falta trabajo para llegar a una “auténtica igualdad de género en la vida pública”.
El reto de ser mujer policía. Hace nueve años, Abril decidió que quería dedicar su vida a esta profesión después de haber presenciado un operativo liderado por mujeres. En cuanto llegó a su casa, le comentó a su esposo y a su mamá que quería ser policía y que entraría al Instituto Técnico de Formación Policial, a lo que ambos contestaron: “¡Estás loca! Sé lo que quieras, menos policía”. Pero la joven presentó los tres exámenes necesarios para poder ingresar a la academia: psicológico, físico y médico. Quedó seleccionada casi de inmediato y para la también madre significó un cambio radical en su vida familiar ya que se tuvo que ausentar cerca de dos años de su esposo y de su hija de apenas dos años.
En sus clases se hablaba de manera muy general de la historia de la institución, debido a que la principal preocupación de la academia era el desarrollo de la fuerza corporal, el manejo de armamento y vehículos, así como la comprensión de los reglamentos y leyes, pues si los quebrantábamos “nuestro castigo es reclusorio seguro”.
Al graduarse se le asignó un sector y la unidad policiaca a la que debía presentarse. Al iniciar el turno la primera parada es la armería, donde los equipan con pistolas y chaleco antibalas; una vez protegidos se trasladan a sus estaciones y arranca la jornada laboral. Hay dos funciones claras para el policía: salir a las calles o estar en oficinas.
“En mi primer día de trabajo en la calle me tocó estar sobre Corregidora, en el Centro. Todo estaba tranquilo hasta que llegó un chico que había estado en una pelea y le habían rasgado el cuello. Me asusté y me dio miedo, porque salía mucha sangre y él suplicaba por un doctor. Fue muy difícil calmarlo porque yo estaba muy nerviosa y la llegada de la ambulancia me pareció eterna”, narró.
Cuando tiene que estar en oficina suele aburrirse un poco, ya que a pesar de la gran carga laboral que hay por estar al pendiente de quién llega, quién llama, qué necesita la persona que se comunica por el radio o qué información le debe de solicitar a otras dependencias, extraña la adrenalina de la calle. Admite que a muchos de sus compañeros no les convence ser pareja de una mujer, porque se adjudican la responsabilidad de cuidarlas o protegerlas en riñas.
Abril comenta que el ambiente es pesado, porque hay conductas machistas y que las pocas mujeres que ocupan mandos altos en la corporación suelen ser más estrictas que sus pares hombres, demostrando de esa manera que son “iguales” a ellos. Dice que el acoso sexual existe y son decenas de casos de hostigamiento que terminan en castigos o represalias laborales cuando se le dice a un jefe la palabra “no”.
Entre sus experiencias más dolorosas se encuentra la vez que un manifestante le rompió la nariz al intentar romper el cerco policiaco y cuando fue arroyada por un automovilista en estado de ebriedad. No obstante, dice que realmente disfruta el servir a la ciudadanía, aunque a veces las agredan, porque todo se compensa con la gente amable.

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