CINE DE MAÑANA
En pocas ocasiones españoles y mexicanos han logrado amalgamar lo mejor de cada cinematografía en una cooproducción como es el caso de Todos están muertos, ópera prima de la española Beatriz Sanchis a cuya premier nos invitaron los buenos amigos de Caníbal.
La cinta narra la historia de Pancho (Cristian Bernal), un adolescente que ha crecido bajo la protección de su abuela mexicana Paquita (Angélica Aragón), en Madrid en 1996.
Lupe (una espléndida Elena Anaya), una antigua estrella de rock con el grupo Groenlandia, ha quedado devastada tras la muerte de su pareja (Nahuel Pérez), en un accidente automovilístico provocado por ella.
Desde hace 15 años vive como zombie haciendo pasteles de manzana para sobrevivir.
Su relación con su hijo es prácticamente nula, por lo que Paquita, enterada de su enfermedad terminal, en un festejo de muertos, decide pedir la ayuda de su comadre (Patricia Reyes Spíndola), para invocar al muerto y que arreglen su situación.
Hay elementos del realismo mágico, canciones rancheras y situaciones almodorovianas que ira descubriendo Pancho, quien duda hasta de su propia sexualidad.
Sanchis mantiene el interés del espectador de principio a fin, bien apoyada por un sólido reparto.
Todos están muertos, aunque no sea un filme redondo, resulta pues un promisorio debut.